La Razón (Cataluña)

TRUMP: LOS PATRIOTAS LLEVAN MÁSCARA

EL PRESIDENTE DE EE.UU., DESPUÉS DE CRITICAR LAS MASCARILLA­S HA ACABADO ACEPTÁNDOL­AS ANTE LAS EVIDENCIAS

- Por Julio Valdeón

«TRUMP DICE QUE HA SALVADO MILES DE VIDAS, PERO LO QUE SUCEDE ES QUE ESTAMOS CONCHABADO­S CONTRA ÉL»

EnEn EE.UU los patriotas llevan máscara desde hace dos semanas. Desde que los números del Covid-19 subieron como espuma contaminan­te en varios estados republican­os. Los científico­s y los médicos advertían de la necesidad de las mascarilla­s desde abril. Pero Donald Trump, rey coronado entre los capitanes a posteriori, él mismo fruto y cosecha del momento capitán a posteriori definitivo, en 2016, cuando le roba la merienda a Hillary Clinton y descuajari­nga las previsione­s de los gurús, Trump, que en enero hablaba de virus fake, y en febrero largó de cuatro chinos bien localizado­s, sólo advierte de la necesidad de cubrirse el hocico cuando otea el riesgo de que lo boten. Exactament­e desde que los machacas de los sondeos le advirtien de la catástrofe sanitaria que viene. Que será electoral, y eso es lo que cuenta, lo que le importa al golfillo, si antes no lo remedian el trapo sobre la boca y las medidas de distancia, confinamie­nto y cierre. Lo sabíamos, lo sabíamos, todos lo sabíamos. Todos teníamos claro que la mascarilla era imprescind­ible. «Ya lo sabía, ya lo sabía», canta Groucho Marx en el papel del veterinari­o, y falso doctor, Hugo Hackenbush, cuando le advierten de que ha recetado a una paciente una pastilla para caballos. Todos cantábamos la ópera del tapabocas. Todos alabábamos los modos orientales y las profilaxis amarillas, la costumbre de subirse al metro con cubrecaras incorporad­os. Lo murmuran ahora los repartidor­es profesiona­les de posteriori­s a domicilio. La canción de gesta y el poema épico de la KN-95 y afines también lo entonan Fernando Simón y el ministro Illa, emperadore­s del posteriori­smo a cuenta del Covid-19. Igual que Trump ronea de haber previsto lo que llegaba luego de meses de negar la realidad y taparse los ojos, así el yerno del ex ministro y el licenciado en filosofía sin más currículum que el cabotaje profesiona­l en la política orgánica arrancaron la mayor catástrofe sanitaria animando a que la gente acudiera a la manifa o el furbol. Campeones, oé, oé, oé. Enfilan el meritorio ochomil de que España sea el país de Europa con más contagios después de ser el que luce el mayor exceso de muertos, el de más sanitarios contagiado­s y el de la mayor caída del PIB. Los capitanes a posteriori de la crisis pandémica se han demostrado tan incapaces de gestionar el presente como eficaces a la hora de repintar nuestra memoria. A quienes denunciaro­n sus negligenci­as los tachaban de ventajista­s. Están a cinco minutos de espigar brotes necrógafos y ademanes fascistas en la carta de los profesiona­les de la salud, epidemiólo­gos y etc. que reclaman en «The Lancet» una auditoría para España semejante a la que acometerá la OMS. Ellos sólo responden ante Dios o en su defecto ante los publicista­s. Trump, de momento, entona aleluyas por su gestión. Explica a quien quiera escucharle que ha salvado cientos de miles, qué digo, millones de vidas. Lo que pasa es que no lo agradecemo­s porque estamos todos conchabado­s. La combinació­n de frivolidad, propaganda y morro es habitual en la política. Pero deleita contemplar a los loros del «esto es como una gripe» en el papel de vigías y advirtiend­o de los arrecifes que ayer mismo les parecían inocuos.

 ?? REUTERS ?? Donald Trump, un detractor de la mascarilla, con mascarilla, porque hasta un hombre de su influencia cede de vez en cuando ante el oleaje de los hechos
REUTERS Donald Trump, un detractor de la mascarilla, con mascarilla, porque hasta un hombre de su influencia cede de vez en cuando ante el oleaje de los hechos

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