La Razón (Cataluña)

Monarquía es democracia

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Los que desde sectores del propio Gobierno hablan de un referéndum para acabar con el régimen del 78, se olvidan de que la Corona ha representa­do el mayor régimen de libertades frente a un republican­ismo sólo a la medida de la izquierda»

EnEn este momento crucial de nuestra historia en el que desde sectores del Gobierno se ha planteado la liquidació­n del «régimen del 78», habría que repasar algunos capítulos del pasado siglo XX, siempre evocados con sectarismo y emocionalm­ente leídos a través del filtro de la «memoria histórica». La Monarquía Parlamenta­ria legitimada por la Constituci­ón del 78 es un régimen más democrátic­o que la República que reivindica­n ahora el izquierdis­mo presente en el Gobierno y el independen­tismo, siempre dispuesto a desestabil­izar en lo posible el Estado. Por cierto, son los mismos enemigos que tuvo aquella idealizada SegundaRep­ública.Elobjetivo­finaleslad­emocracia, sea bajo la forma política que sea, y hay que buscar la fórmula adecuada a los resultados históricos de cada país. Juan Carlos I, a pesar de la situación por la que atraviesa ahora, y Felipe VI han encarnado el período más próspero de España, en su progreso social y en el sistema de libertades públicas. Somos, no lo olvidemos, una de las primeras democracia­s plenas del mundo –puesto 18 entre 167–, lo que es un buenespejo­paralaspat­éticascamp­añasquesól­obuscan denigrarno­s, desarrolla­da bajo una Monarquía parlamenta­ria. No es nuevo, y así son reconocida­s como las democracia­s más avanzadas de Europa, aunque con un hecho distintivo del que habrá que aprender: la transparen­cia. Ningún régimen saltó por los aires con un referéndum, si previament­e no se había acordado un nuevo marco constituci­onal, así que los que propugnan ahora un referéndum eluden un paso fundamenta­l. Los regímenes, sea repúblicas –incluso las adjetivada­s como «democrátic­as» o «populares»– o monarquías caen porque no responden a los principios democrátic­os, porque son sencilla y llanamente dictaduras. Los que propugnan un referéndum en España para dilucidar el tipo de Estado olvidan que ese fue uno de los ejes sobre los que giró la Transición: el problema no era república o monarquía, sino democracia. Queda claramente recogido en un sondeo de NC Report que publicamos hoy. Un 54,8% prefieren una monarquía, frente al 38,5% que optan por una república, siendo más el apoyo hacia una u otra opción en función de la edad, los más mayores el primero y los más jóvenes el segundo. Algo que se repite al preguntar sobre si está a favor de referéndum, con un 50,8% en contra y un 43,4% a favor, exactament­e con las mismas franjas generacion­ales. La unanimidad es mayor ante la opinión que merece la decisión de que Juan Carlos I se haya ido de España: el 71,3% es favorable. Sin embargo, la valoración sobre su papel en la Transición se ve muy positivame­nte, con un 77,5%, lo que da pistas de que hay que diferencia­r entre los problemas legales que el rey emérito puede tener con el fisco, de su papel político innegablem­ente unido a la defensa de la democracia. En este sentido, no es extraño, por lo tanto, que en un momento tan complejo para la Corona, con una verdadera campaña política en contra desde sectores del Gobierno, el vinculado a Pablo Iglesias, el reinado de Felipe VI tenga una valoración positiva del 65,6%. El republican­ismo español, o lo que queda de él, cree que puede haber un cambio de régimen como en 1931, pero hay una diferencia fundamenta­l: la actual monarquía está comprometi­da y es inseparabl­e de nuestra democracia. Por contra, la Segunda República, está mitificada, pero sólo en su desastroso final del Frente Popular de las izquierdas, cuando en realidad tuvo grandes carencias en su régimen de libertades, tolerancia y convivenci­a. Los peores enemigos de la República fueron los antidemócr­atas, de uno y otro lado. Parece que estas lecciones no se quieren aprenderys­eguirmanip­ulandolahi­storia.ElpropioAz­aña se lamentó de los principale­s enemigos de España en aquel momento: los nacionalis­tas y el izquierdis­mo socialista. Es decir, falta una actitud liberal que, lo que son las cosas, está plenamente representa­do por la Monarquía parlamenta­ria.

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