Lukashenko gana bajo la sombra de un enorme fraude
Los sondeos a pie de urna dan al líder bielorruso el 80% de los votos, pese al gran papel de sus rivales en la campaña
Es Sin sorpresas, tal y como se esperaba. Al menos, como esperaba Aleksander Lukashenko, presidente y principal candidato a revalidar su mandato presidencial por sexta vez consecutiva, que en esta ocasión se ha tenido que emplear a fondo ante lo que parecía un camino de rosas, que ha terminado siendo, más bien, de espinas.
Sobre todo para los candidatos apartados de la carrera electoral que han terminado huidos o en la cárcel, al igual que muchos de los manifestantes y asistentes a los mítines organizados por la oposición, 1.500 personas durante las últimas semanas.
Si el fin justifica los medios, la victoria obtenida por el eterno presidente según los sondeos a pie de urna con un 79,7 por ciento de los votos parece justificarlos (en las elecciones presidenciales de 2015 obtuvo el 83,5% de los apoyos). Por detrás, ha quedado Svetlana Tikhanovskaya, auténtica protagonista de la campaña electoral y candidata por accidente, al tomar el relevo de su marido, el blogero Serguey Tikhanovski, encarcelado tras presentar su candidatura.
El 6,7 por ciento obtenido sabe a poco, teniendo en cuenta la afluencia masiva de público a sus mítines, que han contado con miles de participantes y una valiosa repercusión internacional. Tikhanovskaya, dando por hecho que el fraude sería «descarado», se ha negado a reconocer su derrota en los comicios, al entender que los resultados preliminares no se corresponden con lo ocurrido realmente, en opinión de su campaña. La candidata tuvo que pasar la noche en un lugar secreto ante las sospechas de un posible arresto.
Ayer, las fuerzas de seguridad del país detuvieron durante varias horas a Maria Kolesnikova, jefa de campaña de Viktor Babariko, banquero y candidato a la presidencia, encarcelado por un supuesto blanqueo de capitales. Kolesnikova se unió a la candidatura de Tikhanovskaya, al igual que Veronika Tsepkalo, esposa de Valery Tsepkalo, antiguo miembro del aparato del gobierno y ex embajador de Bielorrusia en Estados Unidos, que tuvo que huir a Moscú después de haber sido informado por el KGB (Servicio de Inteligencia bielorruso) de que su vida corría peligro. Tsepkalo era uno de los principales candidatos a la presidencia y contaba con un gran apoyo de partida.
Choque con manifestantes
Varias personas también fueron detenidas ayeren Minsk después del anuncio de los resultados de las encuestas a pie de urna. El canal Belsat informó a su vez de unos choques entre manifestantes y efectivos de las fuerzas de seguridad en la Avenida de la Independencia de Minsk.
La participación ha sido muy alta entre los 6.844.932 posibles votantes registrados en el censo, algo que viene siendo habitual en el país, visto el 87% alcanzado en las anteriores elecciones presidenciales de 2015. Los bielorrusos han podido votar en esta ocasión en 5.767 urnas habilitadas para la ocasión, 44 de ellas distribuidas en los consulados del país por todo el mundo.
En países como Rusia, se han visto largas colas para votar, en Moscú y San Petersburgo, con cientos de ciudadanos que no han podido ejercer su derecho al seguir esperando su turno en el momento del cierre. A lo largo del día, 50.000 observadores bielorrusos y 248 extranjeros han evaluado la transparencia de las mismas. A pesar de ello, países como Alemania, Francia o Polonia han expresado su preocupación por la ausencia de una invitación formal a la OSCE antes de señalar lo que describieron como «preocupantes informaciones de irregularidades electorales durante la votación anticipada».
Durante el período de voto anticipado la participación alcanzó un 42%, según datos ofrecidos esta misma mañana por el canal público de televisión Bielorrusia-1. La jornada empezó con una fuerte presencia policial y del ejército en las calles de todo el país y las declaraciones de Lukashenko acudiendo a votar asegurando que en Bielorrusia reinaría la calma total, eliminando cualquier atisbo «de caos o guerra civil».
Desde la noche anterior los cortes de internet han sido numerosos y el control fronterizo con Rusia empezó a reforzarse la semana pasada. A algunos enviados especiales de varios países, especialmente rusos, se les negó la acreditación y a otros, ya en suelo bielorruso, se les ha detenido, como es el caso de los periodistas del canal independiente ruso «Dozhd». El viernes deportaron a tres corresponsales del canal de televisión»Nastayashee Vremya» por presentarse en el país sin la acreditación correspondiente.
Qué hará la oposición
Desde que empezara la campaña electoral las denuncias de los medios de comunicación independientes han sido numerosas y en todas ellas se quejaban de que tanto la policía, como los organis
mos gubernamentales les impedían ejercer con libertad su derecho a la información.
Con estos resultados, ya confirmados, resulta difícil pronosticar los pasos que darán los partidos de la oposición, fuertemente apoyados por una población descontenta que representa a una mayoría de gente de clase media muy bien formada y con ganas de cambios, que se consideran europeos y que tienen en Ucrania y Georgia como ejemplos a seguir.
El papel de las redes sociales ha sido fundamental en esta campaña a la hora de unir a un grupo de población joven que en nada se ve identificado con un presidente y un sistema que se parecen más a la Unión Soviética que a un país moderno europeo.
Los mítines de la oposición se han llenado gracias a la difusión en las redes sociales y grupos de whatsap, que han promovido iniciativas como la de las «pulseras blancas», que pedía a todo aquel que tuviese la intención de votar a Tikhanovskaya llevarla a fin de poder identificar y contarlos, para evitar falsificaciones en las encuestas a pie de urna. Los bielorrusos han vuelto a casa a seguir con sus vidas cotidianas. Nadie sabe qué pasará mañana. La incertidumbre ha impuesto una silenciosa calma tensa que puede mantenerse hasta diluirse o explotar en las calles. Pase lo que pase, el día de hoy ha podido ser el primero de un nuevo período en Bielorrusia.