Márquez gana desde casa
Se convierte en el primer surafricano en vencer en MotoGP. Naufragio de Quartararo (7º) y Viñales (14º), que fallan y alimentan las esperanzas de título de Marc
MásMás de uno pagaría mucho dinero por saber la cara que puso Marc Márquez al ver el resultado de la carrera de MotoGP de ayer en Brno. No corrió por segundo fin de semana consecutivo, pero de alguna forma consiguió una victoria sin necesidad de levantarse del sofá. Los tres candidatos al título en su ausencia naufragaron de manera estrepitosa y alimentaron las opciones de remontada del español, que quién sabe si, visto lo visto, querrá adelantar un poco los plazos de su recuperación. «Lo único positivo es que también han fallado Dovi y Fabio y no se nos han ido en el campeonato», decía Viñales después de sumar sólo dos puntos tras acabar 14º. Poco consuelo parece si lo que quiere de verdad Maverick es derrotar al que ha sido su rival desde la infancia en las minimotos.
«Mack» no encontraba explicación a su pobre rendimiento y lo mismo le sucedía a Quartararo, que tras dos victorias consecutivas sufrió lo suyo en la República
Checa. Sumó nueve puntos más y llega a los 59, menos de lo que esperaba cuando el sábado en el FP4 pensó que podría luchar por la victoria.
Su rostro ya no era de tanta felicidad y relajación como en los días anteriores, quizá porque sabe que le queda cada vez menos tiempo para acumular ventaja antes de que regrese el vigente campeón. El plan del «93» era dejar pasar todo el mes de agosto, lo que significa que no llegaría a las dos próximas citas de Austria. La verdad es que él no ha puesto una fecha concreta de vuelta y así le va bien, porque puede jugar un poco con la inquietud de sus rivales.
A Jerez viajó recién operado para infundir un poco de respeto y quizá sea el momento de esconder su vuelta para que la cabeza de los demás vaya trabajando. Lo que está claro es que sin él, MotoGP no tiene dueño, como se pudo comprobar en Brno. El podio no lo hubiese acertado ni el más loco de los apostantes y es muy probable que no se vuelva a repetir. Ganó Brad Binder. Sí, el primer piloto surafricano que se impone en una carrera de MotoGP en toda la historia del campeonato. Y lo hizo además con KTM, que tampoco había subido a lo más alto en la categoría reina. Un logro magnífico para un chico que fue campeón del mundo de Moto3 en 2016 y que proviene de Potchefstroom, la ciudad en la que se concentró la selección española cuando fue campeona del mundo en 2010. Allí nacieron Brad y su hermano Darrin, hijos de Trevor, un apasionado de las dos ruedas que ha invertido gran parte de su patrimonio en la carrera de sus hijos y en la colección de motos que atesora.
Brad se mudó a Alicante con su madre, Sharon, en busca de algo más de profesionalidad, porque en Suráfrica no había tradición motera ni campeonatos con el nivel suficiente para que el chico desarrollase su talento. Binder es desde hace tiempo una apuesta de KTM, con la que ha ido subiendo categoría a categoría. Tras ser subcampeón de Moto2 el curso pasado, este año es novato en MotoGP y en su tercera carrera ya ha ganado.
Eso mismo hizo Jorge Lorenzo y más rápidos sólo fueron Márquez, que se impuso a la segunda, y Biaggi, que debutó con triunfo en la categoría reina.
Binder aprovechó el desgobierno y lo mismo hicieron Morbidelli y Zarco para completar un podio impensable. Dos motos satélite que se colaron arriba muy por delante de las oficiales en un día en el que las condiciones eran complicadas por la falta de adherencia de un trazado que pide a gritos un reasfaltado. Morbidelli, uno de los alumnos más aventajados de la cantera de Valentino Rossi, consiguió lo que la rotura de motor le arrebató en Jerez, mientras que Zarco se ganaba quizá un hueco en el equipo oficial de Ducati después de mucho tiempo desenfocado.
En noviembre parecía abocado a Superbikes, pero todo se ha dado la vuelta para él, ya acostumbrado a ser paciente a la espera de los éxitos, como aquellos dos títulos de Moto2 tras una sinuosa trayectoria lejos de los grandes patrocinadores. Ellos aprovecharon su momento ahora que nadie manda de verdad.