La Razón (Cataluña)

Ciencia... Es tiempo de mirar al cielo, llega el momento de las Perseidas, pero, ¿sabemos de dónde viene las estrellas?

LA CONOCIDA LLUVIA DE ESTRELLAS ALCANZARÁ SU PICO MÁXIMO DE ACTIVIDAD DURANTE LA NOCHE DEL 12 AL 13 DE AGOSTO

- Jordi Pereyra

tener estos tamaños tan colosales es que están increíblem­ente lejos: aunque la más cercana es el Sol, a «sólo» 150 millones de kilómetros, la siguiente más próxima está ahora mismo a algo más de 40 billones de kilómetros (unos 4 años-luz). A esas distancias, incluso las bolas de gas más descomunal­es y brillantes son puntitos de luz suspendido­s en el cielo nocturno a simple vista.

Con esto quiero decir que las estrellas que vemos en el firmamento no pueden «caer» hacia la Tierra porque no sólo están demasiado lejos como para que la gravedad de nuestro planeta las arrastre hacia el suelo, sino que, además, al tener una masa muchísimo mayor que la de la Tierra, serían las estrellas las que nos atraerían a nosotros hacia su superficie incandesce­nte si se encontrase­n lo bastante

AunqueAunq­ue es posible ver alguna estrella fugaz cualquier noche despejada, el hecho de que exista la costumbre de pedir un deseo cuando ves una ya nos dice que se trata de fenómenos que son bastante infrecuent­es la mayor parte del tiempo. Sin embargo, hay determinad­as épocas del año en las que por la noche se pueden llegar a observar hasta decenas de estrellas fugaces cada minuto.

Una de esas épocas es la de la lluvia de estrellas de las Perseidas, que, aunque este año dura del 17 de julio al 24 de agosto, alcanzará su pico de máxima actividad la noche del 12 al 13 de agosto. Ahora bien, ¿por qué esos días caen tantísimas estrellas fugaces en comparació­n con el resto del año?

«Estrellas fugaces» que no son estrellas

Lo primero que conviene aclarar es que las estrellas fugaces no son verdaderas estrellas. Sé que los entusiasta­s de la astronomía considerar­éis que esta informació­n es muy obvia, pero, como ocurre con cualquier afición, hay mucha gente que no piensa tanto en el espacio en su vida diaria como vosotros. Yo me di cuenta una noche que estaba viendo la lluvia de estrellas de las Perseidas con mis amigos y uno de ellos preguntó cuál era la probabilid­ad de que la estrella que estaba mirando en ese momento fuera la siguiente en caer.

Si la Tierra os parece grande con sus 12 742 kilómetros de diámetro, tened en cuenta que las estrellas son bolas de gas incandesce­nte con diámetros de cientos de miles, millones o incluso cientos de millones de kilómetros. El motivo por el que las estrellas no aparentan cerca. Pero lo que aparecería en el cielo si esto ocurriera no sería una breve «estrella fugaz». En su lugar, el tamaño de la estrella en el firmamento y la temperatur­a del planeta incrementa­rían día tras días a medida que nos acercásemo­s a la estrella... Hasta que la Tierra acabase vaporizada.

De todas maneras, no tenéis de qué preocuparo­s porque, como decía, eso no puede ocurrir. En realidad, lo único que comparten las estrellas «corrientes» con las estrellas fugaces es su nombre: estas breves estelas luminosas que se ven por la noche sólo son pequeños fragmentos de escombros espaciales que se desintegra­n en la atmósfera a unas pocas decenas de kilómetros del suelo.

Como hemos comentado en otras ocasiones, el

sistema solar está repleto de pequeños fragmentos de material espacial que dan vueltas alrededor del Sol junto con los planetas. En el sistema solar interior, la mayor parte de estos fragmentos son trocitos de metal y roca que proviene de asteroides, aunque también hay algún que otro pedazo de un cometa e incluso de cuerpos celestes más grandes, como la Luna o Marte.

La cuestión es que estos fragmentos pasan de vez en cuando cerca de la Tierra a velocidade­s de hasta 72 kilómetros por segundo. Cuando estos objetos se adentran en la atmósfera a velocidade­s tremendas es como si se dieran un «planchazo» contra ella: las moléculas de gas no tienen tiempo de apartarse de su camino y el aire se comprime frente a ellos, por lo que se calienta muchísimo. El aire a alta temperatur­a calienta la superficie del fragmento de material espacial hasta la incandesce­ncia y lo vaporizará­n por completo durante la caída si es lo bastante pequeño.

Y eso son precisamen­te las estrellas fugaces: trocitos de material roca, metal o hielo que suelen medir unos pocos milímetros de diámetro y que se desintegra­n mientras atraviesan la atmósfera a velocidade­s de kilómetros por segundo. Sin embargo, ¿por qué la frecuencia de las estrellas fugaces incrementa en determinad­as épocas del año?

Cruzando estelas

En las regiones exteriores del sistema solar está lleno de mazacotes de hielo y roca de varios kilómetros de diámetro, como comenté en mi primer artículo para esta sección. De vez en cuando, alguna de esas «bolas de nieve sucias» se precipita hacia el sistema solar interior y adopta una órbita muy excéntrica alrededor del Sol. A partir de ese momento, el hielo que cubre estos objetos congelados se sublimará cada vez que se acerquen a

nuestra estrella y el gas y el polvo que salgan despedidos de su superficie formarán una «cola» tras él que perdurará hasta que vuelvan a alejarse del calor del Sol. Estos objetos que van acompañado­s de una estela de escombros son lo que llamamos cometas.

Pues, bien, cuando el hielo de los cometas se sublima, los gases pueden acumularse bajo la superficie y dar lugar a chorros de gas que lanzan fragmentos de hielo y roca al espacio. Como resultado, los cometas van dejando por allí donde pasan una estela de escombros con tamaños dispares, aunque la mayor parte son simples granos de polvo.

Si a este dato le añadimos que la órbita de algunos cometas se cruza con la de la Tierra, es fácil entender por qué se observan más estrellas fugaces en unas fechas muy concretas: cada vez que la Tierra se topa con la estela de un cometa a lo largo de su órbita, la cantidad de material espacial que se precipita a través de la atmósfera aumenta durante las semanas que tardamos en pasar a través de ella. Y, como podréis imaginar, las noches en las que se ven más estrellas fugaces tienen lugar cuando la Tierra atraviesa las regiones que contienen una mayor concentrac­ión de escombros espaciales.

En el caso que nos ocupa, la lluvia de estrellas de las Perseidas tiene lugar cuando la Tierra pasa a través de la estela de material que deja a su paso el cometa 109P/SwiftTuttl­e mientras se acerca al Sol. Este año nos adentrarem­os en la región más densa de esa nube de escombros la noche del 12 al 13 de agosto, así que, si queréis ver bien cómo arden en la atmósfera, id a un lugar con poca contaminac­ión lumínica y dirigid la vista hacia la constelaci­ón de Perseo... O hacia el noroeste, si la astronomía sigue sin despertar vuestro interés.

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El pico de máxima actividad de las Perseidas se alcanzará la noche del 12 al 13 de agosto
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DREAMSTIME

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