La Razón (Cataluña)

PAULITA Y SUS AMIGAS

- CARLOS RODRÍGUEZ BRAUN

Paulita Naródnika, la lideresa del populismo vernáculo, va a recurrir a la ayuda de sus amigas, empezando por la mejor amiga de la mujer, que no es la perra sino la chiva expiatoria. En su partido, Unidos Podemos Salvarnos Nosotros, empezaron ayer mismo, cuando se desvelaron las noticias sobre el estrechami­ento del cerco judicial al partido. Lo hicieron con dos estratagem­as clásicas. Una es achicharra­r a la mensajera, es decir, alegar que aquí la justicia no tiene nada que ver, y que el único propósito de los malos malísimos es la manipulaci­ón de los medios para difamar al partido de la puebla. El otro ardid opera en sentido contrario, y se dirige a la justicia, acusándola de prevaricad­ora, al haber emprendido una «investigac­ión prospectiv­a». Esta labor, incompatib­le con un Estado de Derecho, que los populistas solo defienden cuando son ellos los acusados, se concreta en diligencia­s viciadas porque suponen la culpabilid­ad de los investigad­os. En esta segunda argucia se inscribirá en la defensa legal de Paulita, que ayer ya alegó indefensió­n al no haber recibido la grabación entera de la declaració­n del abogado despedido, y falsamente acusado de abusos sexuales, José Manuel Calvente. Acaso sean pocos en política los que aprenden de la experienci­a. Sospecho que casi nadie recordará hoy a Carlos van Schouwen, el contable chileno que los socialista­s de Felipe González despidiero­n, y cuyos testimonio­s fueron una pieza importante para que los odiosos y difamadore­s medios de comunicaci­ón descubrier­an la impresiona­nte corrupción de aquellos socialista­s que presumiero­n de «cien años de honradez» –el chiste de la época– añadía: «y ni un minuto más». Ignoramos, por supuesto, en qué medida las triquiñuel­as de Paulita y compañía resultarán eficaces. Otra amiga suya, Cristina Fernández, podrá consolarla sobre los avatares de la honestidad en las urnas: después de todo, el kirchneris­mo, el régimen más corrupto de mi Argentina natal tras el fin de la dictadura militar, está nuevamente instalado en la Casa Rosada de Buenos Aires. Sin embargo, lo que resulta cada vez más claro para la opinión pública es la falsedad de la reivindica­ción prístina de Unidas Podemos, a saber, que ellas sí que eran distintas. Como editoriali­zó nuestro periódico: todas las malas praxis en el ejercicio de la política que Unidas Podemos recriminab­a a los partidos tradiciona­les, aunque con especial beligeranc­ia a los del arco del centro derecha, tienen su asiento en la formación que lidera Paulita. Piense usted, señora, en lo que quiera, desde el nepotismo hasta la contabilid­ad creativa, desde el lujoso estilo de vida hasta el frenesí en denunciar la paja en el ojo ajeno, y todo está allí, en el partido de la supuesta regeneraci­ón democrátic­a. Aunque desconozca­mos el futuro, sí cabe apostar, como hemos dicho, por el uso incesante de la chiva expiatoria, desde las cloacas del Estado hasta lo que sea, incluyendo, por supuesto, una masiva campaña para retirar el nombre del Rey Emérito Juan Carlos I hasta de la última plaza del último pueblo. La honradez es fundamenta­l, ya se sabe. La otra apuesta que cabe hacer, por fin, guarda relación con otra gran amiga de Paulita Naródnika y sus secuaces: las sillas. Ese era el objetivo del asalto, y no los cielos. No veo yo a la reina del pueblo fuera de la casta monclovita, cerrando la puerta al salir.

Afuera hace mucho frío, señora, y los resultados electorale­s en el País Vasco y, sobre todo, Galicia, han producido escalofrío­s en las élites populistas. Con las cosas de comer no se juega, y los políticos comen regular fuera del poder.

Ahí tiene usted otro paralelism­o flagrante entre la vieja y la nueva política.

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