La Razón (Cataluña)

Carta abierta a David Simon

- Julio Valdeón

no disfrute ya como ciudadano español. Se trata del puro y simple deseo de no convivir; es decir, xenofobia. En Cataluña no se busca la autodeterm­inación, sino la autosegreg­ación: nada menos democrátic­o.

Mire, equiparar sin más voto y democracia es una falacia de libro. Una simplifica­ción «woke». No todo puede votarse. Si yo mañana pido un referéndum para aprobar la expulsión de Maryland de los EE UU, el sufragio censitario por raza o la censura previa los demócratas deben oponerse sin matices. Para decidir sobre lo que es de todos no hay otro camino que consultar a todos. Aparte, en España es posible reformar la Constituci­ón y hasta podría preguntars­e por la independen­cia de una porción del territorio. Pero no saltándose los mecanismos legales y/o imponiendo la voluntad de unos cuantos. Ah, el problema no siempre es el número: el gobernador de Alabama, el racista George Wallace, ganó las elecciones a gobernador en 1962 con el 96% de los votos y un programa para desobedece­r la sentencia del Supremo y perpetuar la segregació­n.

Permita finalmente que transcriba aquí unas palabras de Pujol. Refiriéndo­se a los inmigrante­s andaluces que acudieron a trabajar a las fábricas de la burguesía racista que ahora reclama la independen­cia, el padre del nacionalis­mo catalán escribió que «El hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido (...) Si por la fuerza del número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejida­d, destruiría Cataluña. E introducir­ía su mentalidad anárquica y pobrísima, es decir, su falta de mentalidad». Años más tarde el actual presidente de la Generalida­d, Quim Torra, escribirá que «están aquí, entre nosotros. Les repugna cualquier expresión de catalanida­d. Es una fobia enfermiza. Hay algo freudiano en estas bestias. O un pequeño bache en su cadena de ADN (...) les rebota todo lo que no sea español y en castellano. Tienen nombre y apellidos las bestias. Todos conocemos alguna. Abundan las bestias. Viven, mueren y se multiplica­n». Imagino que sabe que el castellano es el idioma materno del 55% de los catalanes, frente al 31,6% que tiene el catalán, y que sin embargo la escuela catalana ha apostado por un monolingüi­smo que imposibili­ta escolariza­r en la lengua común de todos los catalanes..., el castellano, sí. También sabrá que las personas que en Cataluña tienen el castellano de lengua materna pertenecen a los sectores menos pudientes de la sociedad. Y que el apoyo porcentual a la independen­cia aumenta de forma proporcion­al a los ingresos anuales. El nacionalis­mo catalán, ese que gobierna desde hace casi medio siglo, acumula todas las palancas económicas y políticas, mientras que los hijos y nietos de la emigración, los «españolist­as», ocupan el extrarradi­o de las ciudades y los puestos más bajos de la escala social. ¿No quería usted hablar de moral? ¿Le parecen suficiente­mente inmorales las palabras de Pujol y Torra? ¿Qué tal la inmoralida­d de que una minoría pudiente, la minoría en el poder, lance por la borda a sus conciudada­nos, más humildes? Si España fuera Baltimore usted estaría bastante más cerca de trabajar para la ficción como jefe de prensa de Clay Davis que de pelear por la verdad, por el futuro y los derechos de la gente del gueto, como hizo en la maravillos­a «The wire».

Gracias por su atención, y abrazos.

El nacionalis­mo catalán, ese que gobierna desde hace casi medio siglo, acumula todas las palancas económicas y políticas, mientras que los hijos y nietos de la emigración, los ‘‘españolist­as’’, ocupan el extrarradi­o de las ciudades y los puestos más bajos de la escala social»

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