Biden elige a Kamala Harris para su «ticket» electoral
Carrera a la Casa Blanca De ganar los demócratas a Trump, la senadora y ex rival en las primarias sería la primera mujer en llegar a la Vicepresidencia en EE UU
Ni Susan Rice, ni Amy Klobuchar, ni Elizabeth Warren ni Stacey Abrams ni Karen Bass. La candidata a vicepresidente con Joe Biden en las presidenciales de noviembre será Kamala Harris. Lo pregonó el propio candidato demócrata en un tuit histórico: «Tengo el gran honor de anunciar que he elegido a Kamala Harris, una luchadora intrépida en favor de los débiles, y uno de los mejores servidores públicos del país, como mi compañero de candidatura».
También explicó Biden que «cuando Kamala era fiscal general trabajó de cerca con Beau. Observé cómo se enfrentaban a los grandes bancos, ayudaban de los abusos a los trabajadores y protegía a las mujeres y los niños. Me sentí orgulloso entonces y ahora también estoy orgulloso de tenerla como mi socia en esta campaña».
La ex fiscal del distrito en San Francisco, posteriormente fiscal General de California y senadora desde 2016, fue la gran sorpresa demócrata durante el arranque de las primarias. Pero después perdió fuelle. Su verbo mercurial, su fogosa capacidad para polemizar y su innegable dureza parecían repeler, o asustar, a unos cuantos votantes. Tampoco ayudó que firmase los ataques más convincentes respecto a Biden y algunos de sus flancos más débiles, especialmente el de la igualdad racial y la falta de mano izquierda a la hora de referirse a antiguos rivales acusados de xenófobos.
En aquellas primeras noches, Harris estuvo brillante, afilada, correosa y muy, muy dura. Tanto y tan brillante que enamoró a la audiencia y poco después comenzó a desinflarse. Lo que ganaba merced a sus experiencia también penalizó su candidatura, quizás de forma inevitable dado su antiguo trabajo. Resulta natural que un fiscal se vea expuesto a polémicas y que acabe acusado de poco sensible por los mismos activistas que ahora cambiarán de táctica.
Sea como sea, el equipo de Biden parece haberse convencido de que la cuestión racial gana por goleada a cualquier otra. Ni la necesidad de asegurar el voto en los Estados del «cinturón de hierro», como Minesota, para lo que Klobuchar parecía ideal, ni la urgencia para garantizar el voto de los más progresistas, huérfanos tras la derrota de Warren y la definitiva caída de Bernie Sanders, supera ya la obligación de exprimir todos los votos posibles entre los afroamericanos y, de paso, conquistar a los más jóvenes.
Con Karris, en definitiva, desemboca y explota la ola de indignación nacional causada por la muerte a manos de la Policía de George Floyd, Breonna Taylor y otros ciudadanos afroamericanos. Si Barack Obama en 2008, y antes de él George W. Bush en 2000, apostaron por la veteranía del propio Biden y Dick Cheney, si John McCain jugó todas sus posibilidades a la carta de una candidata casi desconocida, la ex gobernadora de Alaska, Sarah Palin, Harris, hija de padre jamaicano y madre india, llegaría al Gobierno aupada por la historia. Se ha convertido en la tercera mujer, y la primera negra, en ser nominada a vicepresidenta de Estados Unidos.
La próxima semana los demócratas celebrarán su tradicional Convención Nacional, en la que nominarán oficialmente a Biden como candidato, aunque en esta ocasión tendrá lugar de manera virtual debido a la crisis sanitaria que vive el país por la pandemia del coronavirus, que ha dejado ya más de 160.000 estadounidenses fallecidos.