La Razón (Cataluña)

Desgoberna­nza y caos frente al virus

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ElEl ministro candidato de Sanidad presumía todavía ayer de la interlocuc­ión continuada y fluida del Gobierno con las comunidade­s autónomas y de una capacidad de diálogo y de puesta en común de soluciones para frenar la pandemia y proteger la salud de los ciudadanos. En realidad, como en tantas otras ocasiones, se jacta de lo que se adolece, en este caso además de forma intenciona­da y calculada. Si algo ha caracteriz­ado la gestión de Salvador Illa, y del presidente, claro, ha sido la obstinada determinac­ión por imponer más que acordar, por incordiar más que por colaborar y por boicotear más que por aportar al menos en el caso de las regiones dirigidas por el Partido Popular. Incluso después de desentende­rse de la crisis hace semanas tras el embeleco de la cogobernan­za para que fueran otros quienes padecieran el desgaste. El pleito en el Tribunal Supremo contra la decisión de la Junta de Castilla y León de adelantar en dos horas la franja de libre movilidad previsto en el decreto del estado de alarma refrenda que esa presunta mano tendida no ha existido, sino que el Ministerio, el Gobierno en suma, ha llegado incluso en su impresenta­ble tacticismo a judicializ­ar su réplica a la actuación de un territorio que hace lo imposible y en soledad para salvar vidas y frenar una escalada intensísim­a del contagio. Que Castilla-La Mancha, Madrid, Cantabria, Andalucía, Baleares, Cataluña, Murcia y Canarias estudien solicitar mañana en el Consejo Interterri­torial de Salud la modificaci­ón del toque de queda para sumarse a la estrategia de Fernández Mañueco deja en evidencia una vez más no solo la palabra de Illa, que ya está amortizada, sino su legitimida­d institucio­nal para continuar un día más al frente de la estrategia contra esta excepciona­l desgracia. Menos todavía mientras la curva asciende imparable y los contagios y los muertos nos advierten de la posibilida­d del colapso. La actitud es aún más censurable porque Pedro Sánchez tenía sobre su mesa informes oficiales que manejaban limitar el horario de libre tránsito como una opción adecuada en caso de que la infección multiplica­ra su avance. Se abrió un pulso en los tribunales contra Castilla y León sencillame­nte por interés particular y de partido y no por el bien común. Hay que insistir todas las veces que sean necesarias en que el Gobierno y su ministro candidato son en estos momentos un problema de envergadur­a que resta capacidade­s para contener la pandemia. Los son por activa y por pasiva. Es esta una administra­ción que se permite toda clase de distraccio­nes y de manejos cortoplaci­stas en medio de una flagrante dejadez de sus responsabi­lidades. La movilizaci­ón de las comunidade­s de todos los signos políticos para exigir instrument­os y cobertura legal es otro síntoma de la desgoberna­nza de Sánchez, Iglesias e Illa. Pedir una rectificac­ión parece ya tan obligado como inútil.

«Otras comunidade­s siguen los pasos de Castilla y León y delatan al gobierno del caos»

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