OJALÁ VIVA MUCHOS AÑOS
ElEl individuo de la fotografía, conducido por agentes de la Policía Nacional, está siendo juzgado por un atentado de ETA cometido el 6 de noviembre de 2001 en la calle Corazón de María de Madrid, hace ya casi veinte años, y en el que resultaron heridas 96 personas. Se llama Juan Luis Rubenach Roig y formaba parte de un comando de la banda terrorista, cuyo objetivo era cometer atentados en la capital, como el perpetrado ese fatídico día de noviembre. Pero bien por fortuna o bien por la Divina Providencia, fracasaron por tercera vez en su intento de asesinar al entonces subsecretario de Estado de Policía Científica, Juan Junquera. Lo intentaron a la manera en que saben hacerlo los terroristas, por la espalda y a distancia, y erraron al accionar el detonador del coche bomba cuando pasaba el «objetivo», que según el léxico etarra es la persona que van a asesinar. Rubenach se dio a la fuga y allí dejó tirados sobre la acera y el asfalto a los 96 heridos, «daños colaterales» los llaman los asesinos. Llegó, como no, a Francia, pero fue detenido en 2003 y entregado a España en 2019. Dos décadas han pasado, pero el proyecto de ETA sigue vivo y deben seguir pagando por la sangre derramada. Quedan 360 asesinatos terroristas por resolver que los presos acercados a cárceles próximas al País Vasco o puestos en libertad por «razones humanitarias» no están dispuestos a esclarecer, ni por esos motivos humanitarios ni acaso de conciencia y mucho menos de justicia, la misma que pide para este etarra 1.020 años de cárcel. Las víctimas merecen resarcimiento moral y jurídico... y que Rubenach viva para cumplir la pena.