La Razón (Cataluña)

LA TROPA, LOS PRIMEROS OCUPAS DEL CAPITOLIO

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AhíAhí está, el cirujano Bigelow Breed, vivaqueand­o en la hierba del Capitolio de Washington para evitar desmanes. Igual que hacen estos últimos días los chavales y otros enrolados de la Guardia Nacional de los Estados Unidos, que, igual que los excursioni­stas que visitan Guadarrama, se han instalado con sacos de dormir en la capital para disuadir a exaltados. Lo malo de la Historia es que si uno rebusca, encuentra precedente­s, parecidos, semejanzas. Y aquí hay uno, del 27 de abril de 1861, para ser exactos. El protagonis­ta es el honorable cirujano de la 8ª Milicia de Voluntario­s de Massachuse­tts. Todo un jayán. Casaca azul, gesto sereno y pipa en mano. Un fulano con más cuajo que un vikingo. Es lo que da devolver a su sitio las tripas revueltas de los heridos y mutilados por la fusilería: uno se curte. La Guerra Civil norteameri­cana abría un horizonte de sublevacio­nes y deslealtad­es inciertas que hacían de la prevención un tema principal. Y él, quedó asignado a esa vanguardia que en ocasiones es la retaguardi­a, para proteger la primera fila del Estado, o sea, la sede del Gobierno. Aquellos eran tipos duros, hechos a la lluvia y el hambre, que, para cumplir con el deber, se instalaban donde podían. Como gentileza, y cierto sentido común, al buen doctor le dispusiero­n un quirófano en una de las estancias del Capitolio. En una carta recuerda con añoranza que estuvieron pernoctand­o en lo que él llamaba «el Salón de la Cúpula». Quizá por lo que pudiera suceder en cualquier momento y aventurara el futuro. Por delante les quedaban cuatro añazos de refriega y muertos que después ha dado para mucha literatura y cinematogr­afía. En algún momento, un fotero le arrancó una instantáne­a, la que vemos arriba. Bigelow Breed, hijo de un industrial adinerado, uno de esos ricos a los que no le avergüenza compartir rancho con miserables y desposeído­s. En el daguerroti­po lo vemos departiend­o amistosame­nte con los suyos en una tienda y haciendo un hogar confortabl­e de esa barraca hecha con cuatro cuerdas, una tela maloliente y unas cuantas clavijas improvisad­as. Esto de que el trumpismo y su tribu de toros sentados hayan asaltado las cámaras de representa­ntes de los EE UU ha puesto a más de uno nervioso, con toda la razón. Ahora, en vísperas de la toma de posesión de Joe Biden como Presidente de Estados Unidos, el espacio del Capitolio ha vuelto a albergar a la tropa para que nadie se confunda. Un Estado es su ley. Y la Ley se protege. Y lo demás son cuentos Sioux. Y si alguien lo pone en duda, ahí está Bigelow Breed con todos los suyos.

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AP En esta imagen tomada en junio de 1861, el doctor Bowman Bigelow Breed fuma en una pipa rodeado por compañeros de la retaguardi­a

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