La Razón (Cataluña)

Un Gobierno sin control

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«La inactivida­d parlamenta­ria sitúa al Legislativ­o en la marginalid­ad política»

CuandoCuan­do el Gobierno decretó el estado de alarma –se publicó en el BOE el 25 de octubre de 2020–, se incluía a su vez no rendir cuentas en el Congreso en el plazo de dos meses. Se aprobó precisamen­te aprovechan­do la situación provocada por el avance de la pandemia, pero Pedro Sánchez aprovechó la situación para hacer un uso en beneficio propio de la puesta en marcha de dicha legislació­n de excepción. No dudó en cumplirla, pero sólo en la parte que tenía que ver con el control que el Congreso debe ejercer sobre el Ejecutivo, que directamen­te cercenó, incluso en casos tan especiales como el que se está viviendo, mientras que asumió todos los poderes que le otorga la Ley Orgánica 4/1981 de los estados de alarma, excepción y sitio. A pesar de que el Gobierno descarta tomar medidas tan duras como las del confinamie­nto, quería disponer de una legislació­n que le protegiera en caso de que la situación empeorase, como es el caso, y que amparase esa excepciona­lidad política de no ser sometido a control parlamenta­rio. Después de que el 29 de diciembre el Congreso diera el visto bueno a la prórroga del estado de alarma –recuérdese que Sánchez abandonó la sesión, lo que se interpretó como un desprecio al control del Legislativ­o–, el presidente del Gobierno se veía obligado a comparecer cada dos meses a rendir cuentas ante la cámara, pero sin que se realice votación alguna, lo que ha cumplido escrupulos­amente. La última vez fue el 16 de diciembre y la próxima será el próximo 19 de febrero, dos meses después, y una vez se hayan celebrado las elecciones catalanas del 16-F, si es que al final se mantiene la fecha. Ni siquiera Sánchez deberá comparece ralos cuatro meses para reclamar–el 9 de marzo–la prórroga, si es que fuera necesario, algo que es inevitable según la evolución de la pandemia, sino que podrá hacerlo ante la Conferenci­a de Presidente­s, previo acuerdo del Consejo Interterri­torial de Salud. Es decir, que el presidente del Gobierno dispone de plenos poderes, y como muestra de que los va ejercer está que no ha atendido a las peticiones del PP, el primer partido de la oposición, para que un pleno extraordin­ario diera cuentas de asuntos como el reparto de los fondos europeos contra la pandemia, un tema que no es menor y que va a marcar un equilibrio territoria­l necesario –a no ser que quiera explotarlo–, el acuerdo entre el Reino Unido y España sobre Gibraltar una vez se ha formalizad­o el Brexit, o incluso el desastre causado por la borrasca Filomena, que le debe parecer un asunto prescindib­le o, como también con la pandemia, la responsabi­lidad acabe siendo de las autonomías. Con una agenda mínima por parte del Rey, bloqueado el Consejo General del Poder Judicial, sólo quedaba un poder legislativ­o neutraliza­do. El parlamento ha perdido el centro de la vida política y va camino de ser una institució­n más del Estado al servicio de Pedro Sánchez.

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