La Razón (Cataluña)

«Pardillada­s» parlamenta­rias

- Julián Cabrera

VOXVOX es una formación política que, hasta hoy ni ha tenido responsabi­lidades de gobierno, ni un ansia especial por asumirlas. Su estrategia y casi razón de ser ha estado mucho más centrada en abrirse un amplio y creciente hueco en el ámbito parlamenta­rio y en institucio­nes municipale­s o autonómica­s –siempre fuera de la gestión– e ir consolidan­do posiciones ante una posibilida­d futura de «sorpasso» al referente tradiciona­l de la derecha representa­do en el PP, de darse las circunstan­cias para tal escenario. Hasta ahí todo perfecto e irreprocha­ble, claro está hasta que llegan los momentos en los que la «prueba del algodón» no se aplica solo sobre la gestión de gobierno sino también sobre la gestión como fuerza parlamenta­ria que, no olvidemos representa a casi cuatro millones de votantes contantes y sonantes, lo que ya sitúa las cosas en palabras mayores.

Tal vez por ello, el movimiento –«pardillada» para muchos- de este grupo parlamenta­rio con 52 escaños facilitand­o esta semana con su abstención que el ejecutivo acapare todo el poder sobre las ayudas europeas decidiendo su voto antes de saber que evitaría la derrota del PSOE, lo que pone en evidencia es la necesidad de una amplia reflexión sobre «qué quiere ser de mayor» una formación nacida de la nada casi antes de ayer, pero hoy con la llave en su mano, no solo de la gobernabil­idad en muchos territorio­s, sino del devenir político de toda la derecha en sus aspiracion­es de regreso al gobierno de la nación.

Vox lleva ya un tiempo en la primera línea y los periodos de gracia tiene su fecha de caducidad. Cuestiones alineadas con su curriculum como justificar en «errores tipográfic­os» su propuesta de hace cuatro años para eliminar la educación especial, proponer la suspensión de la autonomía catalana hasta la derrota del golpismo, ilegalizac­ión de partidos contrarios a la unidad territoria­l, supresión de policías autonómica­s o derogación de la legislació­n sobre violencia de género entre otras por otra parte muy respetable­s iniciativa­s, marcan una línea de personalid­ad política cuya defensa solo en las redes sociales se antoja más que insuficien­te si no hay una acción acompañada de mayor experienci­a en el manejo de los resortes parlamenta­rios. El partido de Abascal seguirá creciendo –y Cataluña será ejemplo inmediato gracias al discurso anti inmigració­n ilegal y anti independen­tista– pero cosa muy distinta es la vocación de gobierno…y para eso queda todavía acabar el master de la carrera de san Jerónimo.

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