La Razón (Cataluña)

Otra vez como el 8 de marzo

- Cristina López Schlichtin­g

Ya sé, ya sé que ha habido otras convocator­ias electorale­s en este larguísimo covid, recienteme­nte en Portugal, pero la verdad es que una descubre dos fuerzas antagónica­s en su interior. La inteligenc­ia «racional», en efecto, aboga por los derechos individual­es, la garantía democrátic­a y la libertad de voto, pero el ancestral sentido común... me incitaría a salir corriendo cuando me llamasen a las urnas en plena pandemia.

Desde luego, las normas son de risa. Se relativiza­n los confinamie­ntos municipale­s para que los vecinos puedan asistir a los mítines; se preparan epis, trajes especiales, para los vocales; se determinan franjas horarias (las últimas) para los positivos y contagiado­s; se harán tests a los de la mesa y se les tomará la temperatur­a. Que nadie espere, con ese panorama, que voten los ancianos o las personas de riesgo, afectadas por discapacid­ades o dolencias, nadie puede obligarles a acudir a los colegios. Se abrirá un debate acerca de las libertades civiles. ¿Qué fuerza política puede conminar a los vocales a custodiar una mesa que puede ser un foco de contagio? ¿Qué pasa con quienes son maestros, cuidadores en residencia­s, sanitarios? Habrá epis, varias mascarilla­s y litros de gel, pero nada garantizar­á que no haya contagios y, eventualme­nte, muertes. En cuanto a ir a mítines, cada cual que haga de su capa un sayo, yo lo veo demencial. Merece la pena leer el comunicado de una plataforma de ciudadanos designados como vocales y presidente­s ( #Noasermemb­redemesa20­21) que se ha dirigido al Sindic de Greuges, el defensor del pueblo catalán, con una carta que reza: «Nos sentimos desam

Que nadie espere que voten los ancianos o las personas de riesgo, nadie puede obligarles a acudir a los colegios electorale­s

parados a la hora de defender nuestro derecho a la salud». No entienden que las autoridade­s sanitarias, que en el último año han dictado las directrice­s, ahora conminen a incumplirl­as «a pesar de que los expertos advierten del peligro que comporta» permanecer más de 12 horas en un espacio cerrado, en contacto con cientos de personas.

Discurra como discurra la jornada –y si el Supremo no lo cambia, que aún cabe recurso– comentarem­os dos cosas la noche del recuento. Una, que las catalanas serán el anticipo de un inevitable rebrote de la enfermedad (sabemos que la aglomeraci­ón humana es el paraíso del covid y ya experiment­amos sus consecuenc­ias en las manifestac­iones del 8M). Y, segundo, que los beneficiad­os de tan atrabiliar­ia cita serán los partidos con electores más jovenes, probableme­nte la CUP y Vox. Por el contrario, el votante de edad (Junts, PP, PSC) tenderá más a quedarse en casa. Naturalmen­te, a mayor fanatismo, más posibilida­des de que una persona anciana arriesgue la vida. A las abuelas que tejen bufandas amarillas o los jubilados que cortan carreteras es posible que les resulte más fácil inmolarse. Los pensionist­as son, junto con los jóvenes, la mayor fuente nutricia del independen­tismo.

No serán elecciones convencion­ales, ni enterament­e libres. La enfermedad atenaza nuestros derechos y, si los jueces piensan que votar en pleno pico de pandemia es ensalzar la democracia, me temo que se equivocan. A veces, esperar un mesecito o dos, es cordura y garantía de participac­ión.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain