Salvador Illa: Con manual de resistencia propio
Pese al desgaste de la Pandemia llega a las urnas como el único candidato del constitucionalismo con opciones de ganar
SalvadorSalvador Illa Roca (La Roca del Vallès, 1966) llegó a la política de su pueblo en el año 1987, como concejal de Cultura. Ocho años más tarde llegó a la alcaldía por el fallecimiento de su predecesor, el entonces alcalde Romà Planas. En ese mandato, Illa puso a la Roca del Vallès en el mapa, más allá de ser conocida la población por la cárcel de Quatre Camins, con la apertura de «La Roca Village», un centro comercial que antes de la pandemia era lugar de peregrinaje de autóctonos y turistas, con más de cuatro millones de visitantes y que daba vida económica a una población muy castigada por diferentes crisis industriales.
La oposición lo echó con una moción de censura poco antes de las elecciones de 1999. Pero él ni se inmutó, se volvió a presentar y no solo volvió a la alcaldía, sino que se hizo con ella con mayoría absoluta y repitió victoria años más tarde, en 2003. Illa, un hombre tranquilo que ha soportado dar la cara con estoicismo, sin perder los nervios, asumiendo las críticas, pero siempre con la mano tendida.
El ahora candidato a la Generalitat de Catalunña tiene su propio manual de resistencia que ha demostrado cuando era ministro de Sanidad y cuando fue alcalde. Y también cuando fue elegido en el año 2016 secretario de Organización de un PSC que se lamía las heridas después de varias escisiones que parecían abocarlo a la desaparición.
Illa se apretó el cinturón y se dedicó a «tocar territorio», a dar ánimos a las desmoralizadas tropas de la militancia socialista, a poner orden en las agrupaciones, que en algunos casos habían quedado trinchadas, y a preparar preparar las elecciones municipales del año 2019.
Antes tuvo que bailar con la más fea, los comicios autonómicos de 2017, en los que el PSC únicamente competía por el premio de consolación. No jugaba en la Champions. De hecho, los socialistas catalanes habían abandonado el liderazgo en Catalunya en el año 2008, la última vez que se ganaron unas elecciones.
El PSC no menguó, pero se vio apabullado por Ciudadanos, formación que le dobló en diputados. No se desalentó y fortaleció un partido que en 2019 consiguió ganar las elecciones municipales, recuperó alcaldías y presencia en pueblos de los que llevaba años desaparecido. No era una victoria como las de antaño, pero se le parecía.
Ahora Illa, el candidato Illa, se somete a un nuevo reto: que los socialistas catalanes ganen las elecciones autonómicas del próximo mes de febrero. Algo que solo logró Pasqual Maragall en el año 1999. Pero tiene un aval: más del 70 por ciento de los catalanes respalda su gestión al frente del Ministerio de Sanidad durante la pandemia y registra poco rechazo frontal en sectores como ERC, PP, Comunes, Ciudadanos, e incluso, JxCAT, algo que ha encendido todas todas las alarmas en todos los partidos catalanes.
El ex ministro no se inmuta ante el «todos contra Illa» porque, dice, «soy un servidor público» y porque tiene un objetivo muy claro: «Hemos perdido una década porque la sociedad está dividida, los catalanes están divididos, que nos ha llevado a esta decadencia, que solo se puede recuperar desde el reencuentro dentro del marco de convivencia que tenemos», comentaba ayer a LA RAZÓN.
En esta campaña electoral, Illa levanta la misma bandera que en 1982 ya levantó Felipe González: el cambio «para superar la década de la decadencia y la división entre los catalanes y con el resto de españoles». No se anda con tapujos: «Lo primero es la recuperación económica,
Más del 70 por ciento de los catalanes respalda su gestión al frente del Ministerio de Sanidad durante la crisis «Lo primero es la recuperación económica, aunque hablemos de todo, pero la prioridad ahora es recuperarnos», asegura
aunque hablemos de todo, pero la prioridad ahora es recuperarnos».
Illa es un hombre metódico, organizado y trabajador que tiene la confianza del PSC, formación que, por primera vez en años, sabe que sale a jugar la Champions.
Se trata de un filósofo que pretende enderezar una Catalunya que va a la deriva desde que el expresident Artur Mas la llevó por el camino de la desconfianza, rompiendo así una sociedad otrora referente y que llevaba años mirándose el ombligo.
En este 2021, la única esperanza del constitucionalismo para derrotar al independentismo catalán se llama Salvador Illa, y que nadie espere que «haga un Arrimadas», es decir, ganar y no hacer nada.