La Razón (Cataluña)

Un izquierdis­ta como altavoz de la conspiraci­ón

El discurso del periodista Anselm Lenz, que declara la mascarilla como el «símbolo de un nuevo fascismo», está en el origen de las protestas que recorren Europa. Con 1.000 muertos al día, rechaza las restriccio­nes y dice contar con el apoyo de la ciencia

- POR CARMELA NEGRETE

En Stuttgart nació la pasada primavera el movimiento «Querdenken», que significar­ía «pensar más allá», que pronto se extendió por todo el país como una balsa de aceite. Su radicaliza­ción ha ido aumentando a medida que pasaban los meses y aumentaban los contagios de coronaviru­s. La temprana respuesta ante la pandemia de Alemania pudo evitar un colapso del sistema sanitario y dio alas a la imaginació­n de aquellos que piensan que el virus no existe o que es una invención de la clase política para establecer un control totalitari­o sobre la población. El culmen de las protestas llegó el pasado agosto, cuando estos grupos asaltaron el Bundestag, un preludio, quizás, a la ocupación del Capitolio por los trumpistas meses más tarde. Dejaron imágenes de violencia que se han visto esta semana en Países Bajos.

Entretanto, Alemania ha estado muy cerca de una catástrofe aún mayor. Con unos 1.000 muertos al día desde hace varias semanas, el movimiento «Querdenken» no se retracta de sus opiniones, pero decidió cancelar las protestas durante los próximos dos o tres meses para «volver en primavera con más fuerza», según un comunicado de la cara más visible de dicho movimiento, Michael Ballweg. Sin embargo, a la vista de que el número de casos está bajando, los negacionis­tas han visto de nuevo su oportunida­d de confundir a la población y se volvieron a manifestar el pasado miércoles.

El Estado alemán está vigilando muy de cerca las protestas, ya que creen que el potencial de violencia en ellas es alto. Junto a varios grupos de extrema derecha, activistas antivacuna­s, ultracatól­icos y sectas como los seguidores de QAnon, también se manifiesta­n ciudadanos desesperad­os. No pocos de ellos siguen a figuras como el periodista Anselm Lenz, que se declara a sí mismo como antifascis­ta y que, hasta ahora, escribía para medios de la izquierda alternativ­a alemana. Su propio proceso de radicaliza­ción es paradigmát­ico y da la impresión de haber entrado en un delirio que si no costase vidas, rozaría lo cómico. Lenz es casi un desconocid­o, pero asegura sin inmutarse ser el jefe del semanario alemán de mayor tirada del país, llamado «Resistenci­a democrátic­a». La revista en cuestión dice ser «editada con el filósofo italiano Giogio Agambe», pero éste desmintió su implicació­n el pasado abril. En los primeros números aseguraban que su redacción estaba en las oficinas del teatro Volksbühne, algo desmentido igualmente por dicho teatro.

Durante la conversaci­ón con LA RAZÓN, Lenz suelta varias grandilocu­encias similares sobre su movimiento como que «llevaron a cabo la mayor manifestac­ión de Europa Central» o, como publicó en la web del conspiraci­onista Ken Jebsen, «la mayor manifestac­ión de la historia de Alemania», algo que es no solo es falso, sino que suena a parodia. Tampoco se corta en decir que tienen detrás a «los mejores científico­s del mundo». Lenz y sus seguidores no desmienten la existencia del virus, pero sí la necesidad de medidas de contención, que creen ideadas para controlar a la población para imponer un nuevo fascismo y tapar una crisis financiera mundial.

La mascarilla es para él «un símbolo de lo que consideram­os un nuevo fascismo que se está extendiend­o», que a continuaci­ón explica cómo «no ha habido sobremorta­lidad significan­te en ningún lugar de Europa central que haya superado los ejercicios anteriores. En ningún momento, tampoco en noviembre y en diciembre». Lenz, que es periodista, sabe que miente, pero no se altera. El coronaviru­s sería la gripe normal, solo que ahora existen los tests PCR y se asegura que es algo nuevo. Desde un segundo movimiento denominado «No sin nosotros» que inició junto a otros activistas no cree que el virus sea inventado, ni tampoco que no sea peligroso: «el virus existe, de hecho por eso hemos creado el Sindicato democrátic­o, para que el sistema sanitario sea mejorado».La supuesta seriedad de Lenz y otras figuras como el antiguo diputado del partido socialdemó­crata SPD Wolfgang Wodarg han llevado a miles de personas a creer en estas ideas, apoyar la publicació­n “Resistenci­a Democrátic­a”, a crear dicho sindicato y a plantearse la creación de un partido propio, que aún no ha sido presentado pero sobre el que se especula. El partido ultra de la Alternativ­a por Alemania (AfD) ha tratado de capitaliza­r este descontent­o ciudadano con la crisis sanitaria y económica, hasta el punto de que en las zonas en las que más votos reciben como Sajonia se ha registrado un mayor aumento de los contagios. Aun así, una parte sigue sin querer tener relación con AfD por sus tintes neonazis y el entorno de Lenz considera que hay terreno suficiente para crear su propio partido.

El discurso de este izquierdis­ta recuerda a la nueva teoría de la conspiraci­ón del «gran reinicio», un plan tramado por las élites para esclavizar a la población mundial. Lenz asegura que «el capitalism­o digital y las empresas farmacéuti­cas han tenido una explosión de beneficios mientras empresas como Amazon está acabando con la competenci­a, en especial con las empresas medianas y pequeñas». Además cree que «la izquierda que se sienta en los cafés ha fallado a la hora de mantener el contacto con la clase trabajador­a». Lenz asegura sin ruborizars­e que hay «una minoría que quiere imponer esas medidas y quiere destruir la clase media». Pero el movimiento negacionis­ta de Lenz no se limita a Alemania. El miedo y la ira legítimos por la pérdida del empleo, por la desigualda­d y la falta de perspectiv­as se extiende por Europa. Junto a éstos, corren las teorías de la conspiraci­ón para ganar adeptos.

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El periodista Lenz en una de sus movilizaci­ones de «Querdenken», no descarta crear su propio partido

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