La Razón (Cataluña)

«La mayor estupidez que dicen sobre mí es que me lo han regalado todo»

Tuvo un «affaire» de varios años con Kate Moss. Platónico. Cuando por fin la conoció, confirmó su amor y se acabó

- POR NEMOLATO MADRID

Del sexo lo fui descubrien­do todo a su tiempo. Siempre fui más de probar que de preguntar»

¡Uf! No le haría un cambio de imagen a nadie. Bastante tengo yo conmigo mismo»

HaHa dejado de ser Príncipe. Quizá porque siempre fue Rey de las redes (@pelayodiaz) y porque, como su paisano Don Pelayo, fue el primero, y la realeza en estas lides aún estaba por definir. Fue el amor a Kate Moss lo que le elevó a los cielos de la moda y, como la Princesa Prometida cuando se convirtió en humana (me lo acabo de inventar), su hechizo y su blog acabaron. Hoy comparte reino entre Madrid y Buenos Aires y en la casa brasileña de Brigitte Bardot se selló el enlace sin zapato de cristal. ¿Quizá con un septum?

–Con los tiempos que corren para la Monarquía no ha considerad­o rebautizar­se como First Minister Pelayo?

–Con los tiempos que corren para todo... Mejor quedarse quitecito. –¿Es verdad que Kate Moss le ama o simplement­e fue un rollo de una noche?

–Al final fue un rollo de varios años ¡pero ya terminó! Nombré «Katelovesm­e» a mi blog cuando empecé a escribirlo hace 15 años y siempre dije que cuando la conociera, cerraría la web. Hace poco más de un año, en un una cena, pude, por fin, cruzar unas palabras con ella. Confirmé nuestro amor y cerré el blog. –¿Duerme con unas gotitas de Chanel nº5 o con pijama de felpa?

–Con camiseta, pero en casa me gusta estar con pijama de seda. –Ha desfilado para Dolce & Gabbana. ¿Puede morir tranquilo?

–Fue un momentazo, la verdad. Y no una vez, sino dos. Pero moriría igual de tranquilo si no hubiera pasado.

–Usted se puso «kilt» y argolla en la nariz. Qué le queda por ponerse y se muere por hacerlo.

–Mmm... no sé... Cuando llevaba «kilt» a diario o los septums en la nariz lo hacía porque me gustaba, porque me sentía auténtico. –¿Le afectan las malas críticas?

–Mentiría si dijera que no, claro que me afectan. Hoy en día todo el mundo opina de todo y lo peor es que las redes sociales hacen que esa crítica te llegue directamen­te, sea de quien sea y lleven razón o no.

–¿Cuál es la mayor estupidez que se ha dicho de usted y no ha querido desmentir?

–Que me lo han regalado todo. –¿Se puede ser hortera y disfrutarl­o?

–¡Claro! Eso es el principio de todo lo «kitsch». El gusto por el mal gusto.

–Chándal y calcetín tenis... ¿El Apocalipsi­s está cerca?

–Más bien los efectos secundario­s del confinamie­nto. Pero la verdad es que a mi un chándal siempre me ha gustado.

–Le haría un cambio de imagen a...

–¡Uf ! A nadie, ¡bastante tengo conmigo mismo!

–¿Por qué el vestuario de los señores es tan aburrido? –Siempre encuentro algo interesant­e en cómo visten los señores. Y creo que deberíamos volver a vestir bien, aunque solo sea por educación.

–¿Siempre quiso usted ser una estrella?

–Sí. Pero no he llegado hasta aquí sólo para llegar hasta aquí...

–A Lana Turner la descubrier­on de cajera en un supermerca­do. ¿Cómo le llegó su gran oportunida­d?

–La más grande me llegó por WhatsApp.

–¿Londres, Oviedo, Madrid o Buenos Aires?

–Madrid siempre. Le debo tanto… Tanto amor, tantos buenos momentos, tantos disgustos, ¡tanta vida!

–¿Se puede ser «cool» y comer cachopo?

–Se puede ser «cool», o no, ¡pero tenéis que comer cachopo! –¿Frisuelos o dulce de leche?

–Dulce de leche.

–Qué quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar.

–Lo que quise saber lo fui descubrien­do a su tiempo. Siempre me atreví a probar más que a preguntar.

–¿Qué es lo que más le chifla y lo que más le amuerma del amor? –Me encanta esa etapa de locura socialment­e aceptada cuando estás superenamo­rado. Lo que menos, cuando esas emociones empiezan a nublarse por la cotidianei­dad. –Como príncipe, ¿dónde le puso su marido su zapatito de cristal?

–En Buzios, Brasil. En la casa de Brigitte Bardot, que ahora es un restaurant­e humilde, pero muy romántico.

–El día de su boda se coronó la cabeza. Con el paso del tiempo ¿es el rey de la casa o se ha convertido en la doméstica? –Somos dos reyes. Me siento muy afortunado y doy gracias.

–Si tuviera hijos ¿les dejaría que fueran futbolista­s?

–Si tengo hijos quiero que sean felices, que sean lo que les dé la gana...

–¿Cuál es esa parte del cuerpo que detesta?

–La espalda, porque no me la veo. –Se siente orgulloso de...

–De los amigos que tengo. –¿Excitantes o tranquiliz­antes?

–¿Que si quiero o que si tengo? –¿A quién le gustaría parecerse y a quién acabará pareciéndo­se irremediab­lemente?

–A nadie. Pero todo apunta que seré como mi abuelo Jesús Zapico. Y déjame decirte que me encanta.

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PAPO WAISMAN

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