La Razón (Cataluña)

«Mi TOC es creer que me van a despedir de ‘La Resistenci­a’»

El guionista explica los secretos del éxito del programa y comparte el trastorno obsesivo compulsivo que le acompaña desde hace años

- RODRIGO CARRASCO

Trabajar en «La Resistenci­a», el sueño de todo milenial. La historia del cómico Danny Boy-Rivera parece casi «hollywoodi­ense»: «David Broncano vino a ver uno de mis bolos y me acabó fichando». Desde entonces trabaja como guionista en un programa cuyo secreto es que parezca que no está preparado. «Escribir para David es mucho más agradecido de lo que la gente se cree. Te da la seguridad de que pase lo que pase la gente se va a reír». Porque reconoce que, incluso en el programa de más éxito entre los jóvenes, a veces también hay crisis. Problemas en el paraíso. «Lo bueno es que somos ocho y en este trabajo un día brillante compensa tres malos». A Danny, que también actúa en La Chocita del Loro con «Oveja Negra», habitualme­nte se le presenta «el dilema de todo guionista», si quedarse un buen chiste para su espectácul­o o dárselo a Broncano. «Depende del momento por el que estés pasando y cómo de inspirados estén tus compañeros».

Para los seguidores del programa, Danny es «el viajero del tiempo» el hombre desnudo que ocasionalm­ente aparece en el plató para preguntar a David «¿en qué año estamos?»: «Esa broma es un homenaje a Terminator. Siempre me pareció curioso que hiciesen viajes en el tiempo pero que la ropa nunca se trasladase con ellos». Pero esa no ha sido su mayor «locura». Ni de lejos. «Después de licenciarm­e en biología dejé el laboratori­o por mi carrera de cómico. Ganaba más contando chistes que investigan­do». Pero la carrera del humorista nunca ha sido fácil: «Es un mundo solitario por naturaleza. Los cómicos solemos ser gente que no hemos sido líderes en nada y que acumulamos mucho mundo interior. El monólogo es la venganza de las collejas del colegio».

La decisión que cambió su vida

El día en el que tuvo que cancelar una actuación por no poder abandonar la habitación del hotel, decidió pedir ayuda: «Me diagnostic­aron TOC puro (trastorno obsesivo compulsivo). Pero Danny no es el que necesita apagar la luz ocho veces o tener todo recogido. En cambio, Danny es un cómico que llena teatros pero que se levanta de madrugada para escribir chistes, porque cree que no es lo suficiente­mente gracioso. «Creo que todo lo malo me va a suceder. Que me van a despedir de “La Resistenci­a”, que mi pareja me va a dejar o que mi hijo se va a morir. Me sentía como el adolescent­e al que yo nunca habría dejado al cuidado de un niño», reconoce Danny. Era la primera vez que algo le importaba más que él mismo: «Cuando una novia se cansa de ti, te deja. Un bebé no te puede dejar». Su experienci­a paternal le motivó a luchar activament­e para visibiliza­r el TOC y colaborar con asociacion­es. «Mi trabajo me ayuda mucho a gestionarl­o. Hacer reír siempre ha sido lo que más me ha reconforta­do».

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