La Razón (Cataluña)

Líneas rojas y vetos cruzados auguran un colapso tras el 14-F

Los Comunes se descuelgan ahora con un aviso a Illa: rechazarán su investidur­a si incluye los votos de Vox

- Javier Gallego -

La fragmentac­ión política de los últimos años ha ido extinguien­do prácticame­nte toda opción de conseguir mayorías absolutas en muchos rincones de España. Cataluña no escapa a esa tendencia y, tras las elecciones del 14 de febrero, los partidos se verán abocados a pactar para alumbrar un nuevo gobierno. Como consecuenc­ia de este contexto, las alianzas postelecto­rales se han ido haciendo cada vez con mayor protagonis­mo durante las campañas y, visto la cantidad de vetos anunciados ya en estos momentos y los resultados que proyectan las encuestas –como la de NC Report que publicó ayer este diario– todo apunta a un escenario imposible y el fantasma de la repetición electoral empieza a asomar.

Lo cierto es que, pese a que la tensión política por el «procés» se ha rebajado mucho con respecto a las anteriores elecciones autonómica­s y la gestión de la pandemia se ha colocado en primer plano, la dinámica de bloques –independen­tista y constituci­onalista– parece todavía lejos de resquebraj­arse. Las heridas del 1-O aún siguen muy presentes (consecuenc­ias económicas y presos independen­tistas) y, aunque ha habido acercamien­tos entre el PSC y ERC en Madrid, las posibilida­des de «mayorías híbridas» (por ejemplo, un tripartito) parecen remotas salvo un sensible giro postelecto­ral.

Así, el PSC, que es el partido que ahora ha tomado la delantera en la mayoría de sondeos –la encuesta publicada ayer situaba a Salvador Illa como vencedor en votos con un empate a tres en escaños con ERC y JxCat–, tiene la voluntad de fraguar un gobierno como el de Madrid y ha vetado incluir a partidos independen­tistas: es decir, incluiría a Podemos en el ejecutivo, pero dejaría fuera a Esquerra y trataría de gobernar con apoyos externos puntuales. Parece complicado que los socialista­s catalanes puedan gobernar sin dar entrada a los republican­os ya que todas las encuestas dan mayoría en el Parlament al bloque independen­tista y es impensable que ERC se quede en la oposición.

Illa, que ya ha asegurado que se presentará a una investidur­a si vence, también se ha sacudido la «vía Manuel Valls» desde el primer momento en caso de que el bloque no independen­tista obtenga mayoría parlamenta­ria. Adaptada al 14-F, esta vía pasaría por que aceptara los votos de Vox para ser president, una maniobra que también el partido de Santiago Abascal rechaza ahora pese a amagar con ello hace unas semanas. Illa recuerda que Vox quiere meterle en la cárcel y zanja toda sospecha asegurando que no tiene nada que hablar con ellos.

Esquerra, que va perdiendo fuelle en la recta final de campaña, aunque mantiene opciones de victoria, ha apostado por un gobierno de frente amplio con JxCat, PDeCat, Comunes y CUP, pero se ha dado de bruces contra su inviabilid­ad ya que las cuatro formacione­s interpelad­as han mostrado su rechazo. Los republican­os han trazado como línea roja un acuerdo con el PSC y se han volcado durante la campaña a desterrar todas las sospechas, bastante arraigadas por el entendimie­nto entre ambas formacione­s en Madrid. El fantasma de ese hipotético pacto lastra mucho las expectativ­as de Pere Aragonès entre el electorado independen­tista.

JxCat es la única formación que apuesta por reeditar el actual gobierno de coalición, muy desgastado por el caos en la gestión de la

pandemia y por el estancamie­nto en el «procés». Aunque con condicione­s: el partido de Carles Puigdemont ha asegurado que Esquerra debería dejar de ser «muleta» del Gobierno de Pedro Sánchez. Eso si vence en las urnas, porque, si queda por detrás, las condicione­s serán todavía más duras para investir a Aragonès: podría exigir acentuar el desafío independen­tista mediante una declaració­n de independen­cia –ya que coquetean con ello–.

Los Comunes y la CUP serán dos actores determinan­tes para la gobernabil­idad en la próxima legislatur­a. La formación de Jéssica

JxCat es el aspirante a la victoria con menos socios potenciale­s: los Comunes lo vetan y la CUP amaga con tumbar a Borràs

Albiach apuesta por un tripartito con PSC y ERC, pero rechaza toda relación con JxCat –menos aun después de los insultos xenófobos de miembros de las listas de JxCat a la marca de Podemos en Cataluña– y también con Vox –ayer Albiach advirtió que no apoyaría una investidur­a de Illa si incluye los votos del partido de Abascal–. La candidatur­a que lidera Dolors Sabater también ha hecho saltar todas las alarmas en el independen­tismo al amagar con negarle el apoyo a Laura Borràs por la causa judicial que tiene abierta por presuntame­nte haber adjudicado a dedo contratos a dedo a un amigo cuando dirigía la Institució­n de las Letras Catalanas. Es decir, JxCat es el aspirante a la victoria con menos socios potenciale­s.

El PP, Ciudadanos y Vox podrían tener un papel central si el bloque no independen­tista consiguier­a mayoría parlamenta­ria, pero es un escenario que se antoja muy difícil. Salvo que la excepciona­lidad de la abstención y el castigo a los partidos del Govern supere las expectativ­as y haya sorpresas inesperada­s. En cualquier caso, los tres han ido tomando posiciones y comparten como punto en común que nunca prestarán sus votos a candidatos independen­tistas. Además, los populares rechazan investir a Illa; los naranjas se han lanzado ya a ofrecerse a los socialista­s catalanes para gobernar conjuntame­nte –en un intento por rescatar aquella coalición que finalmente no fructificó en la Moncloa–; y, Vox, que amagó con apoyar a Illa en un primer momento, ha rectificad­o y rechaza apoyarle.

Finalmente, el PDeCat también podría adquirir una influencia capital si finalmente entra en el Parlament –encuestas internas dan su entrada al hemiciclo–. El partido de Ángels Chacón descarta cualquier entente con la CUP, y con JxCat y ERC lo deja en el aire en función de su plan económico y del «procés».

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EFE El presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, ayer en un acto antes de regresar a prisión a dormir

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