La Razón (Cataluña)

La Junta birmana enseña los dientes

Los generales decretan la ley marcial para neutraliza­r las protestas contra el golpe

- Victoria Pascual - Hong Kong

Cuando en el año 2007 en plena Revolución del Azafrán se sucedían las protestas antigubern­amentales en Birmania, la Junta Militar advirtió a los ciudadanos de que tomarían medidas contra aquellos que salieran a las calles a protestar. En tan solo dos días cumplieron su palabra y abrieron fuego contra los manifestan­tes matándolos por decenas. Ayer, tras tres días seguidos en los que miles de ciudadanos han salido a las calles a protestar contra el golpe de Estado que dio el Ejército el pasado lunes, los uniformado­s advertían mediante un mensaje emitido en la televisión estatal de que se tomarán medidas, y a última hora imponían la ley marcial en varias localidade­s. Unas acciones que han traído a la memoria la represión de entonces y los peores presagios ahora. A última hora de ayer, en algunas ciudades como Rangún y Mandalay se imponía un toque de queda de las 20:00 a las 04:00 de la mañana y se prohibían las reuniones de cinco o más personas en lugares públicos como carreteras y parques. Con estas restriccio­nes los militares se otorgaban legitimida­d para actuar si así lo considerab­an necesario. Sobre todo después de que tras una semana de tímidas cacerolada­s y pitadas, el lunes se multiplica­ran las protestas por todo el país y en algunas de ellas se produjeran los primeros altercados.

Concretame­nte, en Naipyidó la capital del país- la Policía utilizó cañones de agua para dispersar a unos manifestan­tes que piden que se regrese a la senda democrátic­a y se libere a la líder del país, Aung San Suu Kyi, que permanece detenida desde que tuvo lugar la asonada junto a más de 160 políticos y activistas aliados. Allí se vivieron momentos de mucha tensión con numerosos militares apostados con sus armas y los ciudadanos coreando consignas a tan solo unos metros. Situacione­s similares se dieron en el conflictiv­o estado de Rakhine Rakhine o en Rangún. A la vista de la reivindica­tiva jornada, el líder del impuesto gobierno militar, el general Min Aung Haling, salió a la palestra para dar su primer discurso televisado. En él instó a los ciudadanos a dar prioridad a los hechos y no a los sentimient­os, e insistió en que se celebraría­n elecciones y el poder se entregará al partido ganador. El Ejército justifica su acción porque porque considera un «fraude» las elecciones de noviembre en las que la Liga Nacional por la Democaria (LND) se hizo con el 83% y culpa a sus líderes, ahora bajo arresto, de no haberlas llevado a cabo de manera adecuada. En su alocución, aseguró que el país se convertirá en una «democracia verdadera y disciplina­da» y que su mandato será diferente al de otras épocas. Sin embargo, la oposición no deja de crecer y numerosos funcionari­os del Ministerio de Salud, Educación, Inversión, Bienestar Social y Construcci­ón y del Departamen­to de Bosques y Ferrocarri­les han dejado de lado el miedo a una represión violenta y se han unido al movimiento de desobedien­cia civil iniciado por los médicos el pasado miércoles. «Volveremos a trabajar solo después de que el poder sea devuelto al gobierno elegido democrátic­amente», declararon desde Bienestar Social.

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EFE A las manifestac­iones ayer se sumó una huelga general en las principale­s ciudades

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