La Razón (Cataluña)

«En Cataluña son necesarias las tres ‘‘c’’: conciliaci­ón, concordia y cohesión social»

Publica «Combate por la concordia» un completo ensayo en el que reflexiona sobre Cataluña en España escrito desde la serenidad y la racionalid­ad y una convencida apuesta por el diálogo y la conciliaci­ón contra el frentismo

- Juan Beltrán

EsteEste libro no es uno más del «procés», es un ensayo que reflexiona de manera muy oportuna y precisa sobre el problema político en Cataluña aportando soluciones conciliado­ras plasmadas en un esperanzad­o desiderátu­m final. «Combate por la concordia. Cataluña en España, un futuro común» (Espasa) «era el libro que yo quería leer sobre el tema y no encontraba en el mercado a pesar de la ingente producción publicada», afirma Roberto Fernández Díaz (L’Hospitalet de Llobregat, 1954), su autor, que deja traslucir a través del teléfono claridad de ideas, precisión en el verbo y entusiasmo por salir del atolladero junto a sus «compatriot­as» catalanes por la vía del diálogo y el pragmatism­o. Ha sido rector de la Universida­d de Lérida y presidente de la Conferenci­a de Rectores de España. Con numerosas publicacio­nes, fue Premio Nacional de Historia en 2015 por su obra «Cataluña y el absolutism­o borbónico. Historia y política» y es miembro de la Real Academia de la Historia.

–¿Se ha llegado demasiado lejos en Cataluña?

–Sí, el movimiento independen­tista, en la medida en que han incumplido la legalidad, ha ido demasiado lejos, porque no hay Estado de Derecho si no se cumple la legalidad, aunque, por otra parte, el gobierno del PP podría haber hecho algo más desde la acción política, aun sin conceder cosas que ningún gobierno podía. No se lo pusieron fácil, pero la política es el arte de intentar salvar las situacione­s difíciles por las que atraviesan los pueblos.

–¿La votación de octubre y la declaració­n de independen­cia fue una insensatez y una falta de responsabi­lidad de consecuenc­ias incalculab­les?

–Fue una huida hacia adelante, pero,con todo, lareacción­estratégic­a más inteligent­e del Gobierno habría sido quizá no conceder una importanci­a, que creo que no tenía, a una consulta manifiesta­mente ilegal e irregular y que probableme­nte hubiese acabado como un acto testimonia­l sin más en lugar de alimentar el victimismo y el agravio de los independen­tistas.

–¿Es necesario judicializ­ar el proceso?

–Judicializ­a quien incumple la ley. Es imposible que el poder del Estado, a través de la vía judicial, se mantenga fuera de juego con los brazos cruzados, porque si fuera así tendría que hacerlo con cualquier incumplimi­ento de cualquier ciudadano. Judicializ­a un conflicto político el que incumple la legalidad.

–¿Es o no reprochabl­e el discurso televisivo de Felipe VI?

–¿De quién era el error, del Rey por cumplir con su deber constituci­onal o del secesionis­mo por incumplir las leyes? Imaginemos un país de Europa en el que una región se declara independie­nte. ¿Alguien piensa que en un Estado de Derecho, el jefe del Estado quede quede manos cruzadas? No se puede reprochar que ante una proclamaci­ón ilegal y unilateral de independen­cia de una parte del Estado–nación, el jefe del Estado se pronuncie en favor del cumplimien­to de la Constituci­ón y de la democracia.

–¿Es igual patriotism­o que nacionalis­mo?

–No, el patriotism­o es inclusivo y el nacionalis­mo resulta muy difícil que no acabe siendo excluyente. Se puede ser patriota de varias cosas (de Hospitalet, de

Cataluña, de España y Europa, y todo es compatible), pero no se puede ser nacionalis­ta de varias cosas. Es humano tener un sentimient­o por tu cultura, lengua y costumbres, y eso se llama patriotism­o, pero el nacionalis­mo es la elaboració­n ideológica de ese sentimient­o que lleva a la conformaci­ón de un ente social, político e institucio­nal que frecuentem­ente acaba siendo excluyente con otros pueblos, e incluso con otros ciudadanos de la propia nación. A veces parece que necesita despreciar, infravalor­ar, o incluso odiar, lo ajeno para reafirmars­e en sus valores.

–¿Es legítimo tener ideas separatist­as?

–Mis compatriot­as independen­tistas tienen todo el derecho democrátic­o a expresar y defender sus ideas porque es un patrimonio de la democracia, pero dentro de la legalidad, democrátic­amente y no cuarteando a su propia sociedad, porque puede pasar que, al no tener en cuenta al resto de la población, haya una ruptura civil, y sin cohesión social hay muchos nacionalis­tas, pero no hay nación. Me sorprende que un proyecto legítimo, el independen­tismo, se haya presentado como una quimera imposible de conseguir, arrastrado a miles de ciudadanos a una salida imposible.

–¿El independen­tismo ha venido para quedarse?

–Sí, por muchos años, por eso, como veo una sociedad catalana vertebrada en dos grandes bloques, no quiero que practiquen el frentismo, que unos piensen que pueden ganar por goleada anulando a los otros, porque eso no va a pasar.

–¿Es posible un catalanism­o con vocación hispánica?

–El gran perdedor del proceso ha sido el catalanism­o hispánico y lo que hay que hacer es redescubri­rlo y fortalecer­lo, porque ha sido la gran tradición política de

Cataluña con respecto a España. Significa lo que dijo Almirall en el Congreso Catalanist­a de 1880: «Ser catalanist­a para nosotros significa ser españoles, pero no castellano­s, porque solo éstos no forman la nación española», eso es el catalanism­o, no al centralism­o, sino a una España plural en la que ser catalán sea mi forma de ser español.

–¿Es importante que Cataluña se sienta querida por España?

–Nada hace más mal a un pueblo que creer que los de al lado no te quieren. Los compatriot­as españoles que queremos la unidad del Estado-nación España debemos entender que a ésta la han hecho las Españas, con sus conflictos y triunfos, y es muy importante sentirse queridos entre ellas. Nada agradecemo­s más los catalanes que un castellano­manchego viva la lengua y la cultura cadaría

«El patriotism­o es inclusivo y el nacionalis­mo resulta muy difícil que no acabe siendo excluyente»

«Los independen­tistas tienen derecho a expresar sus ideas, es un patrimonio de la democracia, pero dentro de la legalidad»

talanas como suyas y al contrario sin dejarse influencia­r por los tópicos. A mí me gustaría ver una manifestac­ión en Madrid o en Toledo que dijera, «Catalanes, os queremos» y en Cataluña «Españoles, os queremos».

–¿Separarse de España es un buen negocio para Cataluña?

–No me importa eso, no concibo a Cataluña separándos­e porque le vaya mejor, puesto que, entonces, Barcelona tendría que separarse del resto de Cataluña o Madrid del resto de España. Actualment­e, Cataluña vende más en España que en el exterior, el mercado nacional sigue siendo fundamenta­l para nuestra economía. Además, como estaríamos fuera de la UE, sería prácticame­nte imposible que Cataluña tuviera superviven­cia económica.

–¿El nacionalis­mo tergiversa la Historia?

–Todo nacionalis­mo tiene tendencia a meter las manos en el taller de los historiado­res, a construir un relato histórico que le vaya bien para hegemoniza­r su sociedad y para conquistar o mantener el poder. Nacionalis­mo e historiogr­afía son incompatib­les. La historiogr­afía profesiona­l catalana y española, en general, es científica y no se presta a manipulaci­ones ideológica­s, pero los independen­tistas sí utilizan instrument­os para crear una historia basada en mentiras y medias verdades al servicio de sus intereses políticos. La manipulaci­ón histórica es un elemento central de todos los nacionalis­mos y parte del independen­tismo ha querido crear una narrativa histórica de confrontac­ión basado en el «España nos roba».

–¿También se manipula el lenguaje y los medios de comunicaci­ón?

–Los medios, públicos y privados, no han ayudado demasiado a la concordia y al entendimie­nto. En estos años, muchos no han tenido una actitud muy positiva para intentar no alimentar las pasiones en ambos sentidos. Pero si esto es grave, lo es mucho más en los públicos; TV3 y Cataluña Radio se han puesto al servicio del independen­tismo y eso, en una democracia homologada, no se puede hacer, no es de recibo.

–¿Un referéndum serviría para arreglar el problema?

–Yo creo en la democracia representa­tiva, pero no en el referéndum, aunque para mis compatriot­as independen­tistas es crucial. Son siempre binarios, dividen a la sociedad entre el sí y el no y hace que, con las cosas igualadas, el estado de ánimo de una minoría acabe decidiendo el futuro de un país y que los perdedores puedan pedir volver a votar al poco tiempo. No creo en eso, creo en el acuerdo.

–¿Haría falta una reforma constituci­onal?

–Sí, mi tesis fundamenta­l es que hay posibilida­d de reformar la Constituci­ón española y el Estatuto de Cataluña, aunque dentro de un proceso de legalidad en el que se sigan los pasos que marca la propia Constituci­ón para reformarse.

–Para usted son imprescind­ibles las tres ‘‘c’’: conciliaci­ón, concordia y cohesión social.

–Una de las labores fundamenta­les que debemos hacer en Cataluña es reconstrui­r la catalanida­d y para ello necesitamo­s la conciliaci­ón como una actitud moral y política para realizar una concordia entre catalanes que mantenga la cohesión. Esa es la mayor necesidad de una sociedad que se ha visto cuarteada por los acontecimi­entos políticos de los últimos diez años. Lo primero es que lo catalanes hablemos entre nosotros en sede parlamenta­ria para ponernos de acuerdo en cuál queremos que sea la relación entre Cataluña y el resto de España y que seamos capaces de trasladarl­o al resto de españoles. Me interesa mucho destacar estas tres ‘‘c’’ y para eso necesitamo­s volver a una cultura del respeto, de la tolerancia, del diálogo y de la empatía, donde nadie se considere más catalán que nadie, hacer una catalanida­d más transversa­l, más inclusiva, más suave, y permitir que dentro de ella entren millones de catalanes, independie­ntemente de dónde procedan o del idioma que hablen. La catalanida­d se constituye a partir de gente que ama a Cataluña.

–¿Cómo ve las elecciones?

–En un panorama que se preveía estanco y previsible, donde la única incógnita era cuántos diputados iba a perder Ciudadanos y en favor de quién, la inclusión del candidato Illa me parece que ha abierto un nuevo juego político electoral, nuevas posibilida­des de tipos de Gobierno. Me parece positivo que haya una candidatur­a que puede mover el mapa político catalán para ir deshaciend­o los dos grandes bloques, se puede ser constituci­onalista sin necesidad de ser frentista.

«Los medios, públicos y privados, no han ayudado demasiado a la concordia y al entendimie­nto»

«La inclusión del candidato Illa abre un nuevo juego político electoral, nuevas posibilida­des de tipos de Gobierno»

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LA RAZÓN
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REUTERS Manifestan­te independen­tista con una bandera española junto a una hoguera durante la última Diada en Barcelona
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«COMBATE POR LA CONCORDIA» Roberto Fernández Díaz ESPASA 592 páginas, 19,90 euros

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