Juan Manuel Gil, un Biblioteca Breve por la infancia perdida
«Trigo limpio» refleja «la naturaleza de la fabulación literaria a través de pasadizos que conectan las lecturas que todos llevamos dentro»
Esta historia nació mucho antes de que Juan Manuel Gil la imaginara. «Trigo limpio», la obra ganadora del Premio Biblioteca Breve fallado ayer en Barcelona, tiene como inicio aquello que el escritor escuchaba cuando era pequeño, ese tiempo en el que se carecía de preocupaciones y todavía se atendía a lo que hablaban los mayores y se escuchaba en las tiendas, como él mismo reconoce: «Siendo apenas un niño me di cuenta de la admiración que despertaban en mi barrio aquellas personas que sabían contar historias. No había muchas, pero las que sabían cómo hacerlo concentraban un poder impresionante. Al menos, a ojos y oídos de un chaval. Conocían el arte del silencio. También poseían la destreza de volver atrás, acelerar, detenerse en cualquier detalle y concluir en el momento justo. Conseguían –prosigue– que a los oyentes se les desbocara el corazón. Siempre albergué el deseo de ser como esas personas. De ser leído o escuchado. Quizá, como dice el narrador de esta historia: de ser amado y protegido».
La narración, que contiene una trama de aire detectivesco, se inicia cuando el narrador recibe un correo electrónico de Simón, uno de sus mejores amigos en los lejanos días de la adolescencia. Después de veinticinco años sin saber nada de él, le escribe con una insólita petición: «¿Por qué no escribes sobre nosotros?» Aquella pregunta se queda en la conciencia del narrador y, cuando, poco después, vuelve a recibir otro email de Simón pidiéndole que lo olvide, el protagonista ya no podrá resistir la tentación de sumergirse en aquel tiempo. A partir de este instante en la obra se entrecruzan dos tramas: la necesidad del narrador, que comparte rasgos con el propio autor, de encontrar un argumento para su siguiente novela y por qué Simón no quiere que escriba la historia
El escritor y profesor almeriense formó parte de la primera promoción de residentes de la Fundación Antonio Gala
común que en el pasado los unió y, también, los separó.
Juan Manuel Gil (Almería, 1979), que aparte de escribir también es profesor, formó parte de la primera promoción de residentes de la Fundación Antonio Gala y a sus espaldas cuenta con obras como «Guía inútil de un naufragio» (2004), con el que obtuvo el Premio Andalucía Joven de Poesía, «Inopia» (2008), «Mi padre y yo. Un western» (2012), «Las islas vertebradas» (2017) y «Un hombre bajo el agua» (2019). El jurado de esta edición estaba formado por Pere Gimferrer, Olga Merino, Raquel Taranilla, Elena Ramírez y Enrique Vila-Matas. Quienes destacaron que «Trigo limpio» es «una novela que narra con asombrosa agilidad y desde el humor la fascinación por la infancia perdida en un barrio periférico, así como la naturaleza de la fabulación literaria a través de pasadizos que conectan las lecturas que todos llevamos dentro».
Entre búnkeres
El trasfondo de la obra es la Almería de principios de los 90 y los jóvenes que aparecen en sus páginas juegan entre las líneas de playa, los búnkeres que ha dejado la Guerra Civil española, las ruinas que suponen las fábricas abandonadas, los vestigios arqueológicos y la huella que dejó en esa época la especulación inmobiliaria, que ocupará con sus urbanizaciones los descampados y las periferias.
«El deseo era el de escribir un libro sobre la fascinación que siempre ha despertado la literatura en mí; siempre me ha seducido el poder de la palabra colocada en el orden y en el momento adecuados. Creo que desde niño fui consciente de que la fabulación era una especie de máquina que hacía posible la emoción en cualquier momento y en cualquier lugar. Para mí era lo mismo que hablar de magia», dice quien es desde ayer el nuevo ganador del Premio Biblioteca Breve.