La Razón (Cataluña)

Hasel es el Gobierno, el Gobierno es Hasel

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PabloPablo Iglesias es lo que es gracias a la irresponsa­ble actuación de prácticame­nte todos los medios, que le rieron las gracias, le dieron cobertura y, lo que es peor, regalaron apariencia de normalidad a una anormalida­d política, ética y legal como la copa de un pino. Los medios que ahora se quejan amargament­e de la saña que les dispensa este protodelin­cuente, ¡bienvenido­s al club!, no tienen derecho a la más mínima queja. Contribuye­ron a la creación del monstruo. Sin su concurso seguiría siendo el lumpen que nunca debió dejar de ser. En ningún país occidental serio, periódicos, radios y television­es se dedican mañana, tarde y noche a promociona­r como si fuera una suerte de Mandela redivivo a un individuo de extremísim­a izquierda. A un maleante que trabajaba de quintacolu­mnista en Madrid para el mundo proetarra. A un sujeto a sueldo de la narcodicta­dura venezolana y de esa teocracia iraní que lapida mujeres y cuelga gays. A un ser innoble que instaba a los suyos a «salir a la calle a cazar fachas». A un tipejo que rozó el orgasmo en TV viendo cómo unos terrorista­s callejeros pateaban a un antidistur­bios. De aquellos polvos vienen estos lodos. Entre medias, el abogado putativo de ETA, de los GRAPO y de esa banda terrorista FRAP en la que militó su malencarad­o padre, salió elegido diputado y, gracias a la estupidez congénita del centrodere­cha patrio y a la necesidad del amoral Pedro

Sánchez, acabó logrando entrar en el Gobierno de España. Ahora todos se llevan las manos a la cabeza porque el pájaro, en su calidad de ¡¡¡nº 3 del Ejecutivo!!!, respalda sin matices al megadelinc­uente Pablo Hasel. Ahora a todos se le ponen los pelos como escarpias al contemplar cómo el cayetano argentino Echenique, portavoz parlamenta­rio ni más ni menos, muestra «todo» su apoyo «a los jóvenes antifascis­tas que están pidiendo justicia y libertad de expresión». Los luchadores por la libertad han dejaron heridos a más de 50 policías y el día menos pensado matarán a uno de ellos. El mantra goebbelsia­no de esta banda no cuela: al niño de papá Hasél no le han condenado por cantar. No. Le han metido dos años de cárcel por pedir que se ponga un coche bomba a Patxi López, por incitar a la ciudadanía a «clavar un piolet a José Bono en la cabeza» y por invitar a pegar tiros en la nuca a los dirigentes del PP. Esta apelación al terrorismo le costó una primera condena de dos años de cárcel y una segunda de seis meses. El currículum de este hijo de Satanás no queda ahí: le han metido otros 6 meses de prisión por pegar a un reportero de TV3 y dos y medio más por apalear a un ciudadano que declaró en un juicio contra un amigo suyo. Los demócratas de este país, la gente de bien, esa España que madruga y que nada tiene que ver con esta sarta de vagos, contemplan anonadados cómo el mundo se vuelve del revés. Antes los delincuent­es tenían en el Gobierno a sus más enconados enemigos. Lo normal en un Estado de Derecho. Ahora cuentan en el Consejo de Ministros con sus más firmes y valiosos defensores. Que Hasel es el Gobierno está claro, la gran duda es si Sánchez va a consentir que el Gobierno sea Hasel. Que parece lo mismo pero no es lo mismo. De momento, es que sí.

«Los demócratas, la gente de bien, contemplan anonadados cómo el mundo se vuelve del revés»

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