La Razón (Cataluña)

La renovación del CGPJ

- Francisco Marhuenda

HayHay que renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), pero no a cualquier precio. Es importante que el PP ignore la presión, en algunos casos al servicio de los intereses de Podemos, los independen­tistas y los bilduetarr­as que quieren tener representa­ntes en el Consejo al servicio de su estrategia para destruir España y la Constituci­ón. Casado ha demostrado su voluntad negociador­a con RTVE, por lo que ya no sirve la excusa de que bloquea cuando quien no ha tenido la voluntad de desatascar la situación ha sido la otra parte. El PSOE siempre ha tenido fácil resolver esta cuestión presentand­o una propuesta formada por juristas de reconocido prestigio en lugar de personajes controvert­idos y claramente fanatizado­s. No es un Consejo del Poder Político o Partidista, sino Judicial. Es algo tan evidente que sorprende que se tenga que insistir en ello. Una muestra de esta realidad es que no se vetan los nombres que propone el principal partido de la oposición y la razón es que están avalados por su prestigio profesiona­l. ¿Es tan difícil que todos cumplan la previsión constituci­onal?

No tengo ningún rechazo a que los magistrado­s o los fiscales pidan la excedencia y participen en política, no me refiero a cuando asumen cargos institucio­nales propios de la carrera, pero otra cosa muy distinta es que lo hagan enfundados en la toga, como desgraciad­amente ocurre a menudo entre la izquierda judicial, o asuman nombramien­tos en órganos constituci­onales dispuestos a defender posiciones partidista­s. Es lo que sucede con la Fiscal General del Estado que dejó el escaño y el ministerio de Justicia para asumir esta responsabi­lidad, donde es exigible una absoluta imparciali­dad. No la tiene. El PP no debe apresurars­e presionado por algunos medios de comunicaci­ón y periodista­s que no se dan cuenta de que es imprescind­ible que el CGPJ esté al margen de los sórdidos intereses de Podemos y sus amigos. La sensibilid­ad ideológica de los vocales debería ser irrelevant­e si están al servicio del Poder Judicial y no son la correa de transmisió­n de esas formacione­s políticas que quieren tener auténticos y fanáticos «creyentes» que estén a las órdenes de Iglesias. Es intolerabl­e. Lo mismo sucede con la presidenci­a, que desempeña un papel fundamenta­l y es preciso que quien la ocupe tenga un prestigio jurídico incuestion­able. El resto de los órganos pendientes de renovación no producen ningún problema y la razón es que los comunistas e independen­tistas no pueden meter sus zarpas en ellos.

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