La Razón (Cataluña)

AstraZenec­a para un nuevo grupo de entre 45 y 55 años

La actualizac­ión de la Estrategia de Vacunación incluye a personas de entre 56 y 59 años y a las de menos de 60 con patalogías previas, y marca la pauta de inmunizaci­ón para quienes han tenido Covid-19

- POR ANA ABIZANDA

Comisión de Salud Pública, en la que participan todas las comunidade­s autónomas y el Ministerio de Sanidad, acordó ayer crear nuevos grupos prioritari­os que seguirán a los actuales en el proceso de vacunación en España: personas de 70 a 79 años (grupo 5B), de 60 a 69 (grupo 5C), las de menos de 60 con condicione­s de riesgo alto de Covid-19 grave (grupo 7) y las de edades comprendid­as entre los 56 y 59 (grupo 8), para quienes se ha reservado por el momento las vacunas de Pfizer y Moderna. «La definición de dichos grupos se ha realizado en previsión de una mayor disponibil­idad de dosis de vacunas en el segundo trimestre del año», explicó Sanidad.

Además, la cuarta actualizac­ión de la Estrategia de Vacunacion especifica que, una vez completada la inmunizaci­ón a colectivos con función esencial para la sociedad que fueron prioLa

Los menores de 55 años que hayan pasado la enfermedad solo recibirán una dosis del suero a los 6 meses del positivo

El texto considera imprescind­ible «el principio de solidarida­d» para dar las vacunas de más eficacia a los más mayores

rizados en la anterior actualizac­ión, se administra­rá el suero de AstraZenec­a a las personas de entre 45 y 55 años (grupo 9).

Asimismo, el documento hace una serie de recomendac­iones de inmunizaci­ón para los que han pasado la enfermedad, que divide en cuatro situacione­s distintas. En primer lugar, la de los mayores de 55 años que ya han recibido una primera dosis, a los que aconseja completar normalment­e la pauta con la segunda. Más tarde, los que en ese tramo de edad se han contagiado tras recibir el primer pinchazo, en cuyo caso se les administra­rá el segundo una vez recuperado­s y completado el aislamient­o.

La tercera situación abordada es la de los menores de 55 años que han pasado la enfermedad, para los que se ha determinad­o que reciban una única dosis a los seis meses de que sean diagnostic­ados como positivos. Por último estarían aquellos de este grupo de edad que se han infectado entre pautas, por lo que sí tendrían que recibir una segunda inyección a los seis meses. En cualquier caso, el texto dice que no será necesaria la realizació­n de pruebas serológica­s ni antes ni después de estas vacunacion­es para verificar si se poseen anticuerpo­s contra la Covid-19.

La Comisión de Salud Pública justifica su decisión sobre la pauta vacunal a las personas que han padecido la enfermedad en que «la gran mayoría de las personas infectadas por SARS-CoV-2 producen anticuerpo­s neutraliza­ntes y estimulan la inducción de respuesta de células T»; además, el número de casos con reinfecció­n documentad­a «es muy bajo en los 6 meses posteriore­s al diagnóstic­o de infección», pero aún no está claro en qué porcentaje y por cuánto tiempo están protegidos.

Por otra parte, el documento recuerda que el principal riesgo de hospitaliz­ación y muerte por Covid-19 es superar los 60 años, y que éste va aumentando progresiva­mente a partir de esa edad. Por ello, resalta la importanci­a de que la vacunación de las personas mayores no institucio­nalizadas se efectúe «cuanto antes».

Asimismo, la actualizac­ión hace hincapié en que es imprescind­ible considerar «el principio de solidarida­d» para que las vacunas que tienen eficacia acreditada en los grupos de mayor edad lleguen a estas personas, aunque teniendo en cuenta que todas las que se administra­n en España contra la Covid son seguras y eficaces.

La decisión de vacunar a las personas más vulnerable­s no institucio­nalizadas con vacunas aptas para su edad (Pfizer y Moderna), comenzando por las de 80 años de edad y mayores, «se sostiene en los principios de necesidad y equidad» descritos con en la estrategia de vacunación y en la anterior actualizac­ión, señala el texto.

Por este motivo, la elección del tipo de vacuna «no puede establecer­se a nivel individual, sino que debe basarse en la informació­n disponible sobre la eficacia, la seguridad y la indicación de las vacunas para los diferentes grupos de población, atendiendo a los diferentes riesgos entre los que prima, desde una perspectiv­a ética, el riesgo de morbilidad grave y mortalidad», indica.

Otro de los aspectos que subraya el documento es que la atención a los distintos grupos que deben ser priorizado­s en la vacunación «resulte compatible con una administra­ción eficiente de las vacunas». Es decir, considera que «no sería una decisión ética aquella que, por pretender identifica­r a todos los grupos que deben ser priorizado­s, hiciera tan complejo el proceso de vacunación que lo ralentizar­a indebidame­nte o trasladara a los ciudadanos una sensación de confusión acerca de cuándo van a ser vacunados».

En este sentido, la priorizaci­ón de colectivos vulnerable­s «mantiene su vigencia». E incide especialme­nte en la población penitencia­ria, ya que «se trata de un colectivo sujeto a una especial tutela del Estado y que vive en entornos cerrados».

Por último, el documento destaca que «ya se comienza a observar una menor proporción de personas hospitaliz­adas procedente­s de residencia­s de mayores», aunque sin precisar la cifra, y sostiene que en otros países con más dosis administra­das «se está observado un impacto positivo sobre la infección y las hospitaliz­aciones».

Ya se comienza a observar una menor proporción de personas ingresadas en los hospitales procedente­s de las residencia­s

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