La Razón (Cataluña)

Un general de tres estrellas para combatir el virus

Draghi cambia de paso y pone al militar que estuvo al frente de las tropas de la OTAN en Afganistán a gestionar la pandemia en Italia

- Ismael Monzón - Roma

El primer ministro italiano, Mario Draghi, llamó hace días a su ministro de Defensa, Lorenzo Guerini. Buscaba un perfil muy concreto, no había lugar para el error. Draghi quería al mayor experto en logística del Ejército. Su tarea sería gestionar una fase de la pandemia marcada por una campaña de vacunación que no termina de arrancar. Guerini tomó nota y le ofreció un nombre: Francesco Paolo Figliuolo. General de tres estrellas, con experienci­a al frente de las tropas italianas en Afganistán y en Kosovo como parte de la misión de la OTAN. Hasta el pasado lunes era el comandante logístico de las Fuerzas Armadas y desde entonces ejerce como nuevo comisario para la gestión de la emergencia sanitaria. Su nombramien­to responde a un cambio de paso importante. Se va Domenico Arcuri, de profesión dirigente empresaria­l, y en su lugar llega un militar. Arcuri había sido nombrado por el ex primer ministro italiano Giuseppe Conte cuando estalló la pandemia y todo experiment­o carecía de red protectora. El empresario estaba en la órbita más cercana al poder y en los últimos meses había recibido tantos encargos que suscitó las críticas de toda la oposición, que considerab­a que el Gobierno estaba ejerciendo una suerte de nepotismo con su nombramien­to.

Arcuri se equivocó al comprar mascarilla­s por encima del valor de mercado que después las farmacias no podían vender al fijar un precio tope, invirtió millones en pupitres móviles para los colegios que además llegaron con retraso y tampoco acertó en la campaña de vacunación. Su última idea fue construir pabellones con forma de flor que debían colocarse en las plazas para que la gente acudiera feliz a recibir la inyección. Sin embargo, la camúltimos paña ha ido acumulando retrasos. Cerca de un 7% de los italianos han recibido al menos una dosis de las diferentes vacunas, por detrás de países como España o Alemania. Los pabellones con forma de flor nunca llegarán a ver la luz. El modo de comunicar el cese de Arcuri encaja bien con esta nueva lógica impuesta por Draghi, en la que priman los hechos antes que las palabras. La oficina de Presidenci­a emitió una breve nota en la que agradeció «su empeño y dedicación en un momento de particular emergencia para el país». Y a otra cosa. Minutos después ya se conocía el nombre de su sustituto, sin filtracion­es previas.

Igualmente, ayer el Ejecutivo aprobó un nuevo decreto con las restriccio­nes que permanecer­án vigentes durante el próximo mes. La línea es de continuida­d con la senda marcada por Conte en los meses, pese al endurecimi­ento de algunas disposicio­nes, como el cierre de institutos y universida­des en las zonas que superen una incidencia de 250 casos por cada 100.000 habitantes. Pero la novedad no estaba tanto en el contenido, sino en la forma. Si Conte presentó cada uno de sus decretos en televisión en horario de máxima audiencia, ayer Draghi dejó que los protagonis­tas fuesen su ministro de Sanidad, la responsabl­e de Asuntos regionales y el presidente del Instituto Superior de Sanidad. La lógica marcial impuesta por Draghi se hace extensiva a toda la acción de Gobierno. Más allá del discurso de investidur­a de hace dos semanas, el primer ministro aún no ha comparecid­o en público. La etapa del marketing que representó Conte y en la que le acompañó Arcuri, entre otros, ha dejado paso a una política silenciosa. El nombramien­to del general Figliuolo no es el único, ya que días antes hubo otro relevo al frente de la Protección Civil, el órgano que centralizó los datos médicos relacionad­os con la pandemia. Fabrizio Curcio, quien ya ocupó este encargo entre 2015 y 2017 relevó en el puesto a Angelo Borrelli, que también sufrió un fuerte desgaste por la crisis de la covid-19.

En Italia nunca existió una figura central y omnipresen­te como la de Fernando Simón, director del Centro de Coordinaci­ón de Alertas y Emergencia­s Sanitarias en España. La comunicaci­ón se la repartiero­n Arcuri en la logística y Borrelli en el aspecto médico, aunque quien hegemonizó el protagonis­mo fue siempre Conte. Hoy ninguno de estos nombres se mantiene en el asiento, incluido el primer ministro italiano, al que acusaron de convertir la política en espectácul­o. Cuando se acerca a los 100.000 muertos –a la cabeza en la Unión Europea– Italia decide cambiar el paso y optar por la severa marcha que marcan los militares.

La tarea de Francesco Paolo Figliuolo será agilizar la campaña de vacunación que no termina de despegar

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Figliuolo, en primer plano, ejercía hasta ahora como comandante logístico del Ejército

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