La Razón (Cataluña)

Políticas de vacunación

- José María Marco

«No hay justificac­ión para no exigir al Gobierno que haga todo lo posible para acelerar la vacunación»

LosLos europeos vivimos en países que por su prosperida­d y su régimen de libertades y de democracia están en la obligación de dar ejemplo al resto del mundo. En los últimos veinte años hemos descartado, por idealista e incluso por imperialis­ta, cualquier ambición de exportar la democracia liberal a otros países. (Está por ver lo que habría sido de esos mismos países europeos si algún otro, como Estados Unidos, hubiera adoptado la misma actitud ante los totalitari­smos…). Sea lo que sea, nos quedaba un último atisbo de ambición y de dignidad: plantar cara con eficacia y compasión, toda la compasión que en principio sostiene nuestros gigantesco­s Estados de bienestar, a una enfermedad como el covid-19.

Conocemos el resultado. Ocultamien­tos, imprevisió­n, propaganda, mentiras, partidismo… y, como resultado, centenares de miles de fallecidos, casi todos entre las personas más débiles, y una crisis económica por evaluar, con una secuela sobrecoged­ora de paro y cierres de empresas. De las pocas cosas que se han salvado ha sido el esfuerzo de investigac­ión que ha llevado en un tiempo récord a la producción de diversas vacunas contra el covid-19, aunque en este campo muchos otros países, con regímenes bien distintos como son Rusia y China, han alcanzado la misma eficacia.

El esfuerzo, sin embargo, puede acabar medio inutilizad­o. La Unión Europea y los países que la forman no son capaces de garantizar el suministro de esas mismas vacunas a la población a tiempo para evitar más ruina y más contagios, y sobre todo más fallecimie­ntos, aún más escandalos­os ahora que ya es indiscutib­le la eficacia de la vacunación. Ante lo que está ocurriendo, han sido significat­ivas las declaracio­nes de Tony Blair, un europeísta convencido, afirmando que si el Reino Unido siguiera en la UE no se habría dejado arrebatar el control de las vacunas. Y sabemos que Hungría primero, y ahora Austria, Dinamarca, Eslovaquia y Polonia están empezando a buscar por su cuenta, con acuerdos con Rusia, Israel y China, la forma de acelerar la llegada de vacunas.

En nuestro país el consenso europeísta, como se dice, ejerce todavía una influencia tan poderosa que impide la menor iniciativa gubernamen­tal –incluidas aquellas que no pongan en riesgo la propia Unión– para mejorar una situación de la que son responsabl­es únicos los ultra privilegia­dos políticos y funcionari­os de la UE. También servirá de justificac­ión para la incuria y la ineficacia propias. Ahora bien, no hay ninguna justificac­ión para no exigir al Gobierno que haga todo lo posible para conseguir las dosis necesarias y vacunar por lo menos al 70% de los españoles antes del verano. Y esa exigencia recae no sobre el Gobierno, del que sólo hay que esperar propaganda y «fake news», sino de la oposición. Resulta incomprens­ible que el PP, Vox y Ciudadanos no estén reclamando una vacunación rápida y no hayan hecho públicos sus propios planes para solventar el problema. Sabemos los costes humanos y económicos que tendrá la dilación. Y será responsabi­lidad de todos el no haber hecho lo necesario para acelerar algo imprescind­ible.

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