«TODO LEGAL, TODO EN ORDEN, PLENA NORMALIDAD DEMOCRÁTICA»
APabloAPablo Echenique le dieron ayer el almuerzo. Hay días en los que uno no puede asomarse a los medios de comunicación a riesgo de llevarse un soponcio. Claro que no hay mal que por bien no venga y es precisamente ese síncope enojoso enojoso la gasolina con que prende las uvas de su ira que son los tuits. La decisión del juez de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón de decretar la libertad provisional para el comisario jubilado José Manuel Villarejo cargó su depósito de bilis y aflojó el percutor de la soflama. «Todo legal, todo en orden, plena normalidad democrática». Ya saben aquello de que Unidas Podemos se solaza con el espejismo de que España es Sudán del Sur y que el paraíso en la tierra de la Venezuela o la Cuba de Europa está cada día más cerca. Echenique pudo perder un minuto en atender los fundamentos del magistrado, pero entonces no sería Echenique, sino alguien con algún trazo por tenue que fuera de responsabilidad política y dignidad institucional. Él, claro, estaría más cómodo, incluso encantado, bajo esos regímenes caribeños que añoran en los que se encierra a la gente y luego se tira la llave a un pozo negro y profundo.
Sin derechos individuales ni garantías al arbitrio de lo que el poder absoluto decide hacer con el pobre diablo que padece sus maltratados huesos, desarreglada la mente, en sus mazmorras. España, en cambio, es una democracia, extraordinariamente garantista, en la que el máximo legal de prisión preventiva es de 4 años. El tribunal avisó de que el excomisario no podría ser juzgado antes de ese plazo y la Fiscalía Anticorrupción solicitó la consiguiente libertad, acordada con extraordinarias medidas cautelares, entre ellas la comparecencia diaria ante el juzgado, además de la retirada del pasaporte. Es igual. A Echenique y los suyos los sirve más el adoquín y la barricada que la democracia. No creen en ella. Tampoco en una Justicia que desatienda sus voluntades. Por esa razón, toda batalla es poca para evitar que ensucien con su perfidia la libertad que garantizan a todos los tribunales independientes y el imperio de la ley.