Es la guerra, más madera: Ana Obregón también ataca a Montero
Cuando veo a los vándalos de Hasel arrasándolo todo en Barcelona, le grito a la tele aquello que dijo Pasolini (cineasta, homosexual y comunista) cuando observó a los estudiantes lanzando adoquines a la Policía en el Mayo francés: «¡Los únicos obreros que veo aquí son los policías! ¡Yo simpatizo con los policías!». Se trata de elegir.
Entre el feminismo, el 8-M y la salud, Ana Obregón elige «evitar más muertes». Lo dijo en las redes: «No asistir a las manifestaciones no significa que no seamos feministas, significa que queremos evitar más muertes». Pero ahí la estaba esperando Montero, en la esquina de la barra del «saloon», para responder: «No vamos a tolerar el discurso de criminalización de la derecha contra la lucha de las mujeres». Fue entonces cuando Ana pidió un whisky y le mostró la culata de su colt: «De una madre a otra madre. De una madre soltera que ha cuidado, educado y trabajado sin tener que utilizar una niñera pagada con dinero público, una madre que no ha tenido un Pablo que le compre un chalet y le diera un ministerio. Qué suerte». Parece que el duelo dialéctico no ha pasado a mayores. Irene podría haber recurrido a la ironía respondiendo algo así como «las auténticas feministas damos las campanadas en la calle» o «las feministas revolucionarias no anunciamos el verano posando con un bikini floreado» o «las feministas moradas y podemitas no le hacemos paellas a Spielberg para triunfar en Hollywood». Todo eso y más tenía Montero a mano, pero las ministras prefieren la rigidez de la solemnidad en la cosa pública. El humor lo reservan para la intimidad, como cuando Delgado almuerza con Villarejo y suelta cosas tan divertidas como «información vaginal, éxito garantizado», tal que si la información se succionara con el «Satisfyer». En esos ocurrentes y festivos trances, incluso pueden ofrecer lemas inspirados para el 8-M como «es más fácil que un hombre babee que una tía babee». También es verdad que ayuda mucho el vino de las comidas. Y el yoga. Verónica Echegui dice: «La meditación me ha ayudado a sentir que no soy solo un cuerpo». O sea, que ha descubierto su alma y no ha tenido la tentación de salir corriendo. Irene está en ello.