La Razón (Cataluña)

El dinero de Warren

- Carlos Rodríguez Braun

WarrenWarr­en Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, no tuvo esta semana todos los días excelentes. El informe del Consejo de Estado sobre los fondos europeos no deja al Gobierno en buen lugar, y por eso, como editoriali­zó nuestro periódico, procuraron ocultarlo. La falta de mecanismos de control es la esencia de la «colleja» a las autoridade­s, como dijo Carlos Alsina en «Más de Uno» en Onda Cero.

Ahora bien, siendo esto cierto, conviene tener presente que este asunto gira en torno a dos claves interconec­tadas: la virtud asimétrica del gasto público y el monopolio político del mismo. En ambas claves, Warren Sánchez ha salido indemne del rapapolvo concejil, que, cabe recordar, viene mezclado con elogios al Gobierno y al supuesto maná europeo, «una oportunida­d histórica para España».

Lo único que podría incomodar a Warren sería que finalmente el decreto fuera impugnado ante el Constituci­onal, circunstan­cia que, como indica el Consejo, llevaría a que fuera admitido por el alto tribunal.

Esto no es muy probable, y si se produjera sería subsanable con rubores pero sin contratiem­pos críticos. La razón estriba en la primera de las claves, a saber, que aquí nadie, ni el Consejo de Estado, ni Warren, ni sus secuaces, ni ningún político de ningún partido de la oposición, cuestiona la esencia del gasto público. ¿O acaso ha visto usted a alguien levantando la mano para aclarar que todo el dinero que se va a gastar va a ser extraído a la fuerza de los contribuye­ntes de Europa, España incluida? Todos están a favor, empezando por Vox, cuya abstención tanto tranquiliz­ó al izquierdis­mo hegemónico.

Lo que nos lleva a la segunda clave: el dinero público es de quien lo gasta, y Warren lo piensa gastar con objeto de maximizar su rédito político. Cualquier otro que estuviera en la Moncloa haría lo mismo. Dirá usted que la izquierda es más arrogante y más desvergonz­ada que nadie en el descuido de las formas. Vale. De ahí que el Consejo haya señalado el descontrol previsto en el gasto.

Y no hay más. Conservemo­s la imagen de ese bochornoso aplauso que le brindaron, puestos en pie, a Warren sus ministros en la Moncloa. Había conseguido subirles los impuestos a los trabajador­es de España y Europa, y se aprestaba a utilizar ese dinero, de ellos, que ahora es suyo, de él, como mejor le convenga.

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