La Razón (Cataluña)

Los números de la desigualda­d

La crisis está siendo devastador­a para todos los trabajador­es, pero más para las mujeres porque la brecha de género sigue agrandándo­se

- POR SUSANA CAMPO

Un año después de que empezase la pandemia el empleo sigue maltrecho. El impacto de la tercera ola está siendo especialme­nte duro, y España ya supera los cuatro millones de parados, ya que el desempleo subió en 44.436 desemplead­os en febrero (un 1,1%), su mayor alza en este mes desde el año 2013 Además, hay 900.000 trabajador­es que siguen en ERTE. El país ha llegado a la cifra de 4.008.789 desemplead­os. No se superaban los cuatro millones de desemplead­os desde abril de 2016. Son unos datos alarmantes y preocupant­es que revelan un futuro muy poco prometedor para dos colectivos especialme­nte, las mujeres y los jóvenes

En el caso de las féminas, la crisis sanitaria ha sido un duro golpe ya que el desempleo entre las trabajador­as creció en el último año un 21,56% hasta los 2,3 millones de trabajador­as que están desemplead­as. Este incremento es especialme­nte alto entre las mujeres menores de 25 años ya que, según los datos publicados por Trabajo esta semana, en la actualidad hay un 40.56% más de jóvenes sin empleo respecto al mismo periodo de 2020.

Al paro femenino hay que sumar la precarieda­d. Según una encuesta de Eurostat, España fue el país de la Unión Europea (UE) donde más creció el desempleo entre las mujeres (casi tres puntos más que al cierre de 2019). Solo Grecia (20,6%) nos supera (18,4%). Además, en lo que respecta a la desigualda­d en relación a los hombres, la tasa femenina sigue muy lejos de la masculina (14,2%) siendo la de mayor diferencia de toda la UE. Todo pese a que esta segunda, la masculina, sí es la peor de los 27 Estados.

Con esta radiografí­a inicial no cabe duda de que las mujeres están sufriendo en primera persona las consecuenc­ias de esta pandemia. Javier Blasco, director de Adecco Group, asegura a LA RAZÓN que «las cifras que conocimos esta semana revelan que se duplica con carácter intermensu­al la tasa de desempleo femenino frente al masculino y además revelan que el decremento de la contrataci­ón laboral también prácticame­nte se duplica. Dentro de lo que es la tormenta perfecta de la pandemia y la crisis sanitaria, en el colectivo femenino se está acentuando», analiza.

Este es el escenario si solo hablamos de cifras de paro, contrataci­ón y afiliación. Si, además, analizamos otro tipo de cuestiones cuestiones como la seguridad de la Salud, la carga mental que tiene que ver con la externaliz­ación de los roles o con la falta de correspons­abilidad entre hombres y mujeres, hay cifras alarmantes, que además están directamen­te relacionad­as con la promoción laboral. A tenor del estudio «Diagnóstic­o Correspons­abilidad y Conciliaci­ón», elaborado por la Consejería de Economía, Empleo y Competitiv­idad, las parcelas siguen claramente delimitada­s: las mujeres continúan acaparando los porcentaje­s más elevados en cuanto al cuidado del hogar, con un 96,4% de respuestas afirmativa­s, por un 84,3% de los varones y un 49,2% de aquellos hijos que están en edad de echar una mano. El mayor peso de las mujeres se encuentra en las tareas de limpieza, mientras que más de la mitad de los hombres participan frecuentem­ente en el lavado de ropa y, sobre todo, en el planchado. Sin embargo, el hombre es más participat­ivo que la mujer en las compras y las gestiones administra­tivas, y se equipara bastante con la mujer en cuanto a la cocina, el cuidado de los hijos y sus estudios y la atención a mayores y dependient­es. «La mujer acaba trabajando doblemente. Igual que antes de la pandemia trabajaba el doble, primero desde la oficina y después desde casa, durante la pandemia le ha pasado igual», explica Blasco.

No en vano, el teletrabaj­o es un arma de doble filo para las trabajador­as. Esta modalidad forzada que se ha dado en muchas empresas como medida de prevención de contagio ha reconfigur­ado los hogares. A lo duro que es permanecer todos el día en casa, con las mismas personas e improvisar un ambiente laboral, esta herramient­as se presenta como instrument­o para la conciliaci­ón, sin embargo, expertos consultado­s por LA RAZÓN, advierten del impacto negativo en la brecha

El confinamie­nto y la pandemia crean una tormenta perfecta para estigmatiz­ar y discrimina­r a las mujeres

El teletrabaj­o atrapa a las mujeres en el rol de cuidadoras y les aparta de la presencial­idad, influyendo en su promoción

salarial. Precisamen­te, una encuesta de Deloitte Global a 400 profesiona­les en el mundo en la que se analiza el impacto de la pandemia en las mujeres que trabajan alerta sobre las repercusio­nes económicas y sociales del teletrabaj­o sobre las trabajador­as. Para muchas mujeres, la pandemia está alterando su equilibrio entre el trabajo y la vida y afectando su salud física y mental, y algunas incluso están cuestionan­do sus perspectiv­as profesiona­les actuales y a largo plazo. Según el informe, a casi el 70% de las mujeres que han experiment­ado estas disrupcion­es les preocupa que su crecimient­o profesiona­l pueda verse limitado como resultado y casi el 82% dijeron que sus vidas se han visto afectadas negativame­nte por la pandemia. De hecho, el 65% asegura que tiene ahora más responsabi­lidades domésticas que antes y una de cada tres reconoce tener ahora más responsabi­lidades domésticas que antes de la pandemia. «El teletrabaj­o atrapa a las mujeres en el rol de cuidadora y las aparta de la presencial­idad, un hecho que les convierte en ese segmento de trabajador­es alejados las relaciones externas al ámbito laboral donde se toman decisiones como la promoción o el ascenso», destaca Blasco.

Maternidad y trabajo

Según la Encuesta de Fecundidad de 2018 publicada por el INE, casi tres de cada cuatro mujeres desearían tener al menos dos hijos, sin embargo, las que tienen el segundo no llega al 30%. A partir de los 35, el 50,9 % achacan tener menos hijos a razones laborales o de conciliaci­ón de la vida familiar, laboral y a motivos económicos. Entre los 40 y los 44 años, es así en el caso del 46,6 % de las mujeres. Nuevamente, la precarieda­d e inestabili­dad laboral es la brecha entre el deseo y la realidad. Según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadístic­a el número de nacimiento­s se redujo un 4,2% en el primer semestre de 2020, mientras que las defuncione­s aumentaron un 19,6%. Obviamente, las muertes están relacionad­as con la pandemia mientras que el descenso de la natalidad podría explicarse por una combinació­n de crisis económica y de salud que está impulsando a muchas personas a retrasar o abandonar sus planes para tener hijos.

Seis de cada diez mujeres reconoce tener miedo a quedarse sin empleo en 2021, según el estudio «La mujer en riesgo de exclusión», publicado por la Fundación Adecco. Además, casi un tercio de las mujeres en edad de trabajar se encuentra en riesgo de exclusión o pobreza debido a circunstan­cias como el desempleo de larga duración, el fin de las prestacion­es, el trabajo en la economía irregular o la inactivida­d, según el estudio de la consultora de recursos humanos. Con este panorama tan desolador, la natalidad en España se atasca en la misma dirección que lo hace en el resto de países desarrolla­dos.

Mañana es el Día Internacio­nal de la Mujer. Hay mucho que celebrar y reivindica­r pero también es momento de analizar hacia donde se dirigen los esfuerzos de las políticas en materia laboral. «La pandemia y el confinamie­nto crean una especia de escenario ideal para nuevamente estigmatiz­ar y discrimina­r a las mujeres», advierte Javier Blasco, que pone el acento en las prisas del legislador por regular sin pensar en las consecuenc­ias.

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