CONTROL DEL GASTO
LosLos veedores y contadores controlaron las obras y caudales públicos en España hasta que en 1874 José Echegaray creó el Cuerpo de Interventores y Auditores del Estado. Echegaray fue ministro de Hacienda en tiempos convulsos. Sabía lo que tenía entre manos, el dinero del contribuyente. «Para el creyente, la salvación está en el santo temor de Dios; para todo ministro de Hacienda, la salvación está en el santo temor al déficit», proclamaba el Nobel Echegaray en 1905, época de elevada deuda tras el desastre de Cuba. Sabía que el dinero público, español o europeo, tiene el mismo origen, el esfuerzo del ciudadano. Por eso se crearon los instrumentos de vigilancia que ahora tanto añora el Consejo de Estado en su dictamen sobre el Decreto de gestión de los Fondos Europeos, 150.000 millones. Dictamen escamoteado por el Gobierno que también debe distribuir las ayudas directas a las empresas. El Consejo alerta sobre «la eliminación o modulación de mecanismos de control» en la contratación y subvenciones.
Las últimas décadas han sido pródigas en corruptelas relacionadas con los caudales públicos. El clientelismo partidista siempre intenta imponerse en el reparto como fórmula para premiar apoyos y garantizar poder. Además, concentrar toda aprobación en el Consejo de Ministros generará un atasco que colisionará con el espíritu de la norma, agilizar la ejecución de los proyectos. En Bruselas debieron leer a Echegaray y también reclaman supervisión. Sería un error de mayúsculas consecuencias poner en riesgo la llegada de los montantes europeos cuando la reactivación se resiste.
«‘‘Para el ministro de Hacienda la salvación está en el temor al déficit’’, decía Echegaray»