El gran regalo de Bruselas a Sánchez
Sánchez ya puede celebrar la propuesta europea de «manga ancha» en el gasto y la deuda hasta 2023, lo que le permitirá repartir subvenciones y convocar, cuando le convenga, elecciones sin haber tenido que acometer un ajuste
UrsulaUrsula Von der Leyen, alemana aunque nacida en Bruselas (1958), presidenta de la Comisión Europea, quizá no piense ahora mucho en Pedro Sánchez, pero está a punto de ofrecerle, con lazo incluido, uno de los mejores regalos que podría desear el inquilino de la Moncloa y, de rebote, también su pendenciero socio Pablo Iglesias. El comisario de Economía de la Unión Europea, el italiano Paolo Gentiloni, anunció el miércoles que propondrá que las llamadas «reglas fiscales» sigan en suspenso hasta 2023 para facilitar la recuperación económica de la crisis originada por la pandemia. En la práctica o en román paladino eso significa manga ancha para los países para gastar y endeudarse casi sin límite –mientras los números y el BCE de Christine Lagarde aguanten o quieran– al menos un par de años más. «¡Gastad, gastad!», como también ha reclamado la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, la búlgara Kristalina Georgieva. La iniciativa tendrán que aprobarla los socios europeos pero, aunque algunos países del norte, llamados frugales, es probable que protesten y exijan ciertas condiciones, saldrá adelante. Para Italia es tan imprescindible como para España y Mario Draghi, el nuevo primer ministro italiano, ya ha empezado a mover sus resortes.
En la Moncloa, Sánchez y Redondo, quizá no han tenido tiempo de brindar, ocupados en el encaje de bolillos permanente que suponen los enredos de Iglesias y su tropa. Sin embargo, en cuanto tengan un instante de asueto abrirán la mejor botella que tengan a mano y lo celebrarán, después de calcular, aunque sea a ojo, todos los votos que Bruselas está a punto de regalarles. El inquilino de la Moncloa y su equipo van a disponer de más dinero que ningún otro Gobierno para gastar, casi sin límite y bastante a su antojo. Por una parte están los famosos 140.000 millones del Fondo de Recuperación Next Generation que, aunque tardarán todavía bastante, algún día llegarán. Por otra parte, cualquier plan de ajuste queda aplazado, en el mejor de los casos, hasta 2023 o incluso después, porque el comisario Gentiloni también ha adelantado que se podría mantener la manga ancha para los países que todavía no se hayan recuperado. Y para entonces, sin ninguna duda, Sánchez ya habrá convocado otras elecciones a las que acudirá después de regar a su electorado con generosidad. El terreno, sin duda, está abonado y el presidente no es de los que deja pasar una oportunidad cuando se presenta.
El objetivo de la Comisión Europea es relanzar la actividad económica y que no falte dinero. Es una iniciativa atractiva que, sin embargo, ofrece también la tentación de destinar los recursos a subvencionar a capas importantes de la población. En España hay casi tantas personas con un empleo remunerado al margen del sector público como las que viven de los ingresos que les proporciona el Estado. Los parados oficiales, según los últimos datos de Servicio Público de Empleo Estatal, dependiente del ministerio que dirige Yolanda Díaz, son ya cuatro millones, que llegarían a 5,3 si se suman los trabajadores en ERTE y los autónomos en cese de actividad. De ellos, alrededor de 2,4 millones reciben distintas prestaciones públicas, a los que habría que sumar los casi nueve millones de pensionistas. A esa cifra se podrían añadir –con ciertos matices– los casi 2,6 millones de empleados públicos, ya sean funcionarios o contratados. Eso hace que casi 14 millones de españoles perciban sus ingresos del Estado, a los que se añadiría la proporción de menores de 16 años inactivos dependientes de ellos. En cualquier caso, en un país de 47 millones de habitantes, apenas 16 millones de personas tienen una remuneración, estable o no, al margen de las Administraciones Públicas. El regalo de Bruselas a Sánchez puede ser un balón de oxígeno para la economía española, pero también un pretexto para utilizar esos recursos en subsidiar a muchos colectivos, una política que suele arrojar réditos electorales inmediatos, pero que nunca soluciona los problemas de fondo, sino que los agrava. Sánchez también lo sabe, pero la tentación de una victoria electoral fácil en 2022 ó 2023 puede ser irresistible. El día después es larguísimo plazo y en la Moncloa brindan por el regalo de la Comisión Europea.
En un país de 47 millones de habitantes, apenas 16 millones tienen una remuneración al margen del Estado»