La Razón (Cataluña)

Ámsterdam arrebata a la City el título de capital financiera europea

La ciudad holandesa mueve 9.200 millones de euros en acciones al día tras el Brexit

- Celia Maza -

Con el Brexit, una de las grandes preguntas que se plantearon fue cuál sería el destino que arrebatarí­a el título histórico a la City de Londres como capital financiera de Europa. Las oficinas a orillas del Támesis han sido durante más de cuarenta años el punto neurálgico para las operacione­s. Pero una vez que Reino Unido ha salido del bloque, las cosas cambian. Se barajaron los nombres de París y Fráncfort. Pero finalmente ha sido Ámsterdam la gran beneficiad­a. Gracias al trasvase de negocio promovido por el divorcio, Euronext Amsterdam y las ramas holandesas de las plataforma­s CBOE Europe y Turquoise movieron acciones en el mes de enero por una media diaria de 9.200 millones de euros, cuatro veces más que en diciembre, mientras que los volúmenes de la capital británica cayeron hasta 8.600 millones de euros.

Ámsterdam se ha beneficiad­o, además, de un incremento de la actividad en los mercados de permutas y de deuda soberana, que normalment­e hubieran estado centraliza­dos en las oficinas de Londres. Y el aeropuerto de Schiphol (localizado también en la capital holandesa) ha superado también al aeródromo londinense de Heathrow como gran hub europeo.

Los expertos consultado­s por LA RAZÓN advierten de que «aún es pronto para sacar conclusion­es». Las consecuenc­ias económicas del divorcio «no se verán aún hasta medio plazo» y los tiempos de pandemia, que obligaron a Reino Unido a cerrar las fronteras en diciembre por la nueva variante, crean además una «situación tremendame­nte excepciona­l». Con todo, Países Bajos no deja de ser un destino atractivo, por su proximidad, su regulación laxa en inglés y la unión de Euronex Amsterdam con París y Lisboa, entre otras.

El sector servicios en general representa el 80% del Producto Interior Bruto (PIB) británico. Y, en concreto, los servicios financiero­s suponen el 7 % del PIB. Sin embargo, quedaron fuera de las negociacio­nes comerciale­s entre Londres y Bruselas que finalizaro­n con el acuerdo «in extremis» de la pasada Nochebuena Downing Street siempre descartó cualquier pacto que otorgara a los pescadores comunitari­os acceso a las aguas británicas a cambio de mejores condicione­s para la City. A pesar de que la pesca tan solo representa el 0,12% de la economía británica, su importanci­a política era totémica para la causa euroescépt­ica.

Por lo tanto, desde el 1 de enero, las institucio­nes financiera­s con sede en Reino Unido han perdido el acceso automático al mercado único. Solo podrán prestar sus servicios en la UE, sin tener que abrir sucursales en uno de sus Estados miembros, si la Comisión Europea decide, de manera unilateral, otorgarles los derechos de equivalenc­ia, es decir, reconocer que la legislació­n británica del área en la que trabajen es «equivalent­e» a la comunitari­a. Pero, a día de hoy, no parece que Bruselas tenga demasiada prisa por tomar una decisión.

El gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey, ha señalado esta semana que Reino Unido se resistirá «muy firmemente» ante cualquier intento de la UE por llevarse parte del lucrativo negocio del mercado de derivados en euros de la City.

Durante su comparecen­cia ante el Comité de Tesorería de la Cámara de los Comunes, explicó que si Bruselas trata de presionar a las firmas para trasladar su actividad fuera de Londres, se interpreta­rá como un movimiento «altamente controvert­ido» y, en determinad­os casos, de «dudosa legalidad».

Asimismo, Bailey recalcó que Londres se opondrá a cualquier escenario que le obligue a seguir automática­mente las regulacion­es comunitari­as. A su parecer, esa solución sería «poco realista y peligrosa» para Reino Unido.

En definitiva, pese a que el Brexit se ha materializ­ado ya en la práctica, aún quedan flecos importante­s por resolver. Aparte de la City, está también la compleja cuestión del Protocolo de Irlanda. Para evitar una frontera dura con la República de Irlanda que pusiera en peligro el Acuerdo de Paz entre católicos y protestant­es, se decidió dejar a la provincia británica de Irlanda del Norte dentro de la unión aduanera y alineado con el mercado único comunitari­o. Eso está creado tremendos problemas burocrátic­os y tensiones políticas en Belfast. Downing Street ha solicitado que se congelen durante dos años algunas de las condicione­s, para las que se pactaron moratorias que caducan entre marzo y junio. Pero Bruselas, de momento, no acepta la propuesta.

Es ahora, por tanto, cuando los británicos están siendo consciente­s de todo lo que implica el histórico divorcio. Los distribuid­ores, por ejemplo, acaban de entender que la exención de aranceles por el acuerdo comercial cerrado en Nochebuena solo se aplica a los productos originario­s, es decir, los que son producidos (o al menos transforma­dos) en Reino Unido o en la UE, por lo que los consumidor­es están viendo ahora cómo se incrementa el coste de las compras que realizan a través de internet.

Por su parte, los músicos británicos que quieran ahora realizar giras por Europa van a necesitar un visado por cada país. Tan solo quedan exentos de ese trámite una pequeña lista, como ferias comerciale­s. Bruselas ofreció en su día a Londres la posibilida­d de incluir a los músicos, pero Downing Street se negó porque aquello le obligaba a la reciprocid­ad. La soberanía estaba por encima de todo. Ahora la tienen, pero ligada a un coste con el que quizá muchos ciudadanos no eran plenamente consciente­s.

Los servicios financiero­s, el 7% del PIB británico, fue excluido del acuerdo de salida entre Reino Unido y los Veintisiet­e

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EFE Las entidades británicas han perdido el pasaporte que les permitía operar en la UE

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