La Razón (Cataluña)

El SARSCov-2 sí entiende de género

Una producción más fuerte de interferón, la mayor activación de las células T y una especial susceptibi­lidad a la autoinmuni­dad son algunas de las caracterís­ticas biológicas que protegen a las mujeres de la covid-19

- Marta de Andrés - Madrid

Entre las muchas disparidad­es de salud que caracteriz­an la pandemia de covid-19, una que ha recibido especial atención es la diferencia en los resultados entre hombres y mujeres. Ya en febrero del año pasado, los investigad­ores observaron que, aunque los hombres y las mujeres contraían la infección en tasas similares, los hombres parecían mucho más propensos a morir a causa de ella. La evidencia de la brecha se ha evidenciad­o cada vez más, a medida que se han ido analizando más datos. Algunos de los resultados extraídos del proyecto internacio­nal «Sexo, Género y Covid-19» indican que los hombres con la enfermedad tienen alrededor de un 20% más de probabilid­ades de ser hospitaliz­ados que las mujeres. Una vez ingresados, es más habitual que requieran cuidados intensivos y que acaben falleciend­o. De hecho, por cada mujer que muere por la infección, mueren entre 1,5 y 2 varones.

Unos datos que no resultan sorprenden­tes a la bióloga Sabra Klein, de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de la Universida­d Johns Hopkins, que ha estado estudiando las respuestas inmunitari­as a las infeccione­s virales durante más de dos décadas. En declaracio­nes a la revista «The Scientist», Klein afirma que «la pandemia está ayudando a destacar una verdad importante en la biología de las enfermedad­es infecciosa­s: que los virus y otros patógenos no afectan por igual a mujeres y hombres»

Las dos caras de la moneda

Las investigac­iones retrospect­ivas sobre otros coronaviru­s, el SARS en 2003 y el MERS en 201314, revelan que, entre los casos detectados, los hombres tenían un mayor riesgo de muerte que las mujeres. También se sabe que otros virus, como la hepatitis C, causan infeccione­s más graves en los varones. Por otro lado, las enfermedad­es autoinmune­s como el lupus, la esclerosis múltiple y la artritis reumatoide que, en muchos casos, se cree que surgen de la activación excesiva de las vías inmunitari­as antivirale­s son mucho más frecuentes en las mujeres, lo que ha llevado a Klein y a otros investigad­ores a pensar que podrían estar observando dos caras de la misma moneda.

En ese punto, el inmunólogo Marcus Altfeld, del Instituto Heinrich Pette de Hamburgo, declaraba al mismo medio que «esta diferencia es particular­mente evidente en las células involucrad­as en el sistema inmunológi­co innato, que tienden a responder más rápidament­e en las mujeres a la estimulaci­ón de virus que se unen a los receptores de esas células y, una vez estimulada­s, lanzan una mayor producción de moléculas de señalizaci­ón antivirale­s. «Este es realmente el primer paso en la respuesta inmune contra un virus».

Otros investigad­ores han descubiert­o que los neutrófilo­s, el tipo de glóbulo blanco más abundante en el sistema inmunológi­co de los mamíferos, parecen responder más a la señalizaci­ón del interferón si se toman muestras de mujeres. Específica­mente, las células femeninas muestran una regulación positiva más fuerte de múltiples genes involucrad­os en la defensa inmunológi­ca, según un estudio publicado el año pasado por Mariana Kaplan y sus colegas del Instituto Nacional de Artritis y Enfermedad­es Musculoesq­ueléticas y de la Piel.

Duygu Ucar, profesora asociada del Laboratori­o Jackson en Maine (Estados Unidos) es una de las investigad­oras que más ha profundiza­do en el análisis de las divergenci­as entre el sistema inmunológi­co de hombres y mujeres mujeres desde el punto de vista de la regulación genómica. Según las conclusion­es de uno de sus últimos trabajos, que ella y su equipo realizaron usando modelos computacio­nales: el sistema inmunológi­co de la mujer cambia menos y experiment­a transforma­ciones menos significat­ivas con la edad en comparació­n con el del hombre, además de que envejece cinco veces más lento.

Según lo expuesto en este y otros trabajos, habría dos tipos de inmunidad en la que las mujeres tendrían una ventaja sobre los varones. Por un lado, la inmunidad adaptativa, ya que se ha demostrado que poseen un mayor número y / o una mayor actividad de algunos tipos de células T, lo que puede ayudar a desencaden­ar respuestas inmunitari­as adaptativa­s a las infeccione­s virales. Y, por el otro, la inmunidad natural, ya que la producción de anticuerpo­s tiende a ser menor en los hombres que en las mujeres para una serie de infeccione­s virales y vacunas, aunque aún no hay la suficiente evidencia para asegurar que esto sucede también respeto al SARS-CoV-2.

«Realmente, la mayor evidencia que tenemos de que hay diferencia­s entre géneros en este aspecto es el sistema de regulación y control que el organismo femenino pone en marcha durante el embarazo para no generar ni inducir el rechazo del sistema inmune del bebé. Este sistema de control es fundamenta­l para prevenir un aborto, y determina en algunos casos el que se produzcan. Lo que desconocem­os es si este mecanismo estaría relacionad­o con el sistema inmune de la mujer», señala Estanislao Nistal, virólogo y profesor de Microbiolo­gía de la Facultad de Farmacia en la CEU San Pablo.

¿Y respecto a la inmunidad mediada por las vacunas? «Se sabe que la vacuna es igual de eficaz en ambos sexos, pero lo que no se sabe es si, a medio o largo plazo, va a haber diferencia­s de protección entre hombres y mujeres. Lo más probable que no, o que, si la hay, esta no sea muy grande», concluye Nistal.

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Las mujeres presentan un sistema inmunológi­co y hormonal superior al de los hombres en todas las edades

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