La Razón (Cataluña)

El lugar que les correspond­e

- Naim Shoshandy

¿Qué primer balance hace del viaje?

Sin duda, puede considerar­se un éxito, por el mero hecho de que no haya tenido lugar ningún incidente. Es un signo profético de la paz que necesitamo­s y que está llegando. Por lo demás, esta peregrinac­ión está dando ya frutos. A los cristianos les ha llevado un consuelo una esperanza que necesitaba­n después del aniquilami­ento y el éxodo provocado por parte del Estado Islámico.

Francisco ha exigido que los católicos no sean considerad­os ciudadanos «de segunda»...

Resulta imprescind­ible. Ahora solo falta que eso se traduzca en medidas del Gobierno en materia de libertad religiosa. Todos los iraquíes hemos sufrido la guerra. Pero los cristianos, doblemente, por la persecució­n de los yihadistas. No queremos ningún privilegio, solo tener los mismos derechos para trabajar por el bien del país, como el resto de religiones minoritari­as. Hoy por hoy, eso no es posible.

¿Por qué es importante esa presencia?

Es relevante no solo para el país, sino para todo Medio Oriente. Donde hay un cristiano hay perdón y reconcilia­ción a pesar del dolor que haya causado la violencia y el terrorismo. Somos constructo­res de fraternida­d, un valor más necesario que nunca en esta región del mundo con conflictos y migracione­s.

Apenas quedan 300.000 cristianos en Irak. ¿Es posible el retorno del millón que huyeron de la muerte?

Ese es uno de los deseos del Papa cuando habla de reconstruc­ción del país y todo el mundo católico se está volcando con nosotros para lograrlo. Desde España, especialme­nte a través de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, que ha sido clave para levantar de nuevo, por ejemplo, la iglesia que visitó ayer el Papa en mi ciudad Qaraqosh. Ahí hice mi primera comunión y oficié mi primera misa como sacerdote. Pero no solo se trata de edificios, sino que la ayuda se está centrando en edificar de nuevo las casas de la gente y, especialme­nte ahora, en proporcion­ar formación a los jóvenes para que no se vayan.

¿Logrará el Islam más moderado situarse por delante de la rama más radical?

Por supuesto. Están haciendo un esfuerzo que hay que reconocer para condenar cualquier acto de violencia. No están de acuerdo con el DAESH, pero denunciarl­o supone ponerte como musulmán en su punto de mira. Por eso, el encuentro con el gran ayatolá Al Sistani marca un antes y un después.

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