La Razón (Cataluña)

Una biografía rescata al héroe español Bernardo de Gálvez

Analiza las hazañas del general que ayudó a George Washington y al que Obama concedió en 2015 la nacionalid­ad honorífica

- Jorge Vilches - Madrid

La de Gonzalo M. Quintero quizá sea la mejor biografía de Bernardo de Gálvez, un héroe español para EE UU que, como pasa casi siempre, aquí es un auténtico desconocid­o. Quintero, diplomátic­o y doctor en Historia de América por la UCM, publicó su estudio en 2019. La obra recibió el premio del Distinguis­hed Book Award a la mejor biografía publicada en EE UU. Cuatro años antes el presidente Obama había firmado la resolución conjunta del Congreso concediend­o la nacionalid­ad honorífica al héroe. El Senado estadounid­ense colocó ese año un retrato suyo, cumpliendo así una promesa de 1783.

En España existen monumentos en Macharavia­ya (Málaga), su pueblo natal, erigidos en 2014, y en la capital hay un conjunto escultóric­o dedicado a su familia inaugurado en 2017. El Pleno del Ayuntamien­to de Madrid aprobó en 2015 la colocación de una estatua de Gálvez en la Plaza de Colón, pero la victoria electoral de Carmena Carmena paralizó el proyecto.Contra ese desconocim­iento valen obras como la de Quintero, que aborda el personaje desde tres facetas muy interesant­es: ilustrado, gobernador y militar.

La hazaña de Pensacola

Gálvez pertenecía a una familia hidalga de un pueblo pobre de Málaga que gracias a su esfuerzo y trabajo logró ascender. Su padre era teniente general y virrey de Nueva España, y su tío, ministro universal de las Indias y consejero de Estado de Carlos III. El ascenso de la familia es una prueba de la movilidad social que permitió la Ilustració­n española. La aplicación de la ciencia y la razón como base del éxito fue la que lo llevó a destacar como alumno en la Escuela militar de Ávila. Allí formó parte de un grupo de jóvenes ilustrados al que sus contrincan­tes llamaron los «barbilampi­ños».

Gálvez inició sus operacione­s remontando la cuenca del Misisipi con un ejército de 1.427 hombres el 27 de agosto de 1779. Era consciente de su debilidad numérica, pero contaba con el factor sorpresa. Obligó a las guarnicion­es británicas de Manchac, Baton Rouge y Panmure de Natchez a capitular. Así controló todo el Misisipi. El paso siguiente fue Florida.

Pensacola, ciudad clave del Estado, estaba defendida por 2.000 soldados, milicianos leales a Jorge III, y medio millar de nativos. El 9 de marzo de 1781 comenzó el sitio. La flota española desembarcó a los granaderos y a la infantería en la isla de Santa Rosa, fuera de la bahía, desde donde se controlaba el puerto. Gálvez situó a sus tropas en esa bahía con artillería y trincheras hasta que tomó el puerto y los barcos que no habían destruido los ingleses. Entonces llegaron los refuerzos: 7.800 de los soldados más veteranos, con el batallón fijo de La Habana, los casacas rojas de la brigada irlandesa de España y colonos. El ataque comenzó el 22 de abril y concluyó el 10 de mayo con la rendición de Fort George. Florida quedó bajo control español, lo que fue un duro golpe para los británicos y un auxilio imprescind­ible para que el país fundara la democracia contemporá­nea más antigua de la Historia.

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En «Bernardo de Gálvez y la independen­cia de EEUU», del pintor Augusto Ferrer-Dalmau, recrea una de las batallas del héroe español de Pensacola

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