La Razón (Cataluña)

Cómo las estrellas llenan el universo de polvo

Al contrario de lo que se podría creer, el espacio interestel­ar no está completame­nte vacío

- Jordi Pereyra

El espacio interestel­ar no está completame­nte vacío, al contrario de lo que mucha gente piensa. De hecho, contiene unos pocos átomos de gas por centímetro cúbico (principalm­ente hidrógeno y helio) y alguna que otra partícula de polvo. Aunque estas cifras parecen insignific­antes, impresiona­n si se extrapolan a toda la Vía Láctea: nuestra galaxia contiene el equivalent­e al 10-15% de la masa de sus estrellas en forma de gas interestel­ar. A su vez, el polvo espacial representa alrededor del 1% de la masa de gas. Esto significa que la Vía Láctea contiene una masa de polvo equivalent­e a la de millones de estrellas esparcida por el espacio que las separa. Pero, ¿de dónde salió toda esa polvareda espacial?

Formación de elementos

Todo apunta a que el universo surgió a partir del Big Bang. Esta hipótesis no es una elucubraci­ón teórica, sino que se sustenta en evidencias observable­s como la expansión acelerada del universo o la existencia de la llamada radiación fondo de microondas. Por otro lado, gracias a los modelos físicos actuales y a los experiment­os de colisiones de partículas, también sabemos cómo se comporta la materia cuando está sometida a las altísimas temperatur­as que reinaban en el espacio durante la infancia del universo.

Gracias a estos datos sabemos que los únicos elementos que se pudieron formar después de que tuviera lugar el Big Bang son el hidrógeno y el helio, por lo que prácticame­nte todos los átomos de gas que inundan el espacio hoy en día son un resultado directo de este evento. Sin embargo, el polvo espacial está hecho de sustancias sólidas que están compuestas por átomos de elementos más pesados, como el oxígeno, el silicio y el hierro.

Estos elementos no apareciero­n en el universo hasta cientos de millones de años después de que tuviera lugar el Big Bang, cuando las regiones más densas de las grandes nubes de hidrógeno y helio del universo primigenio se empezaron a colapsar bajo su propia gravedad formando las primeras estrellas gigantes. El núcleo de las estrellas está sometido a temperatur­as y presiones tan altas que los átomos de hidrógeno que contiene se fusionan y se convierten en átomos de helio. Pero, si el astro tiene suficiente masa, su núcleo estará tan caliente y comprimido que los átomos de helio se continuará­n combinando en elementos aún más pesados, como el carbono, el oxígeno, el azufre, el silicio y el hierro. O, lo que es lo mismo, el tipo de elementos que componen las rocas.

Ahora bien, esos átomos no pueden combinarse y formar materiales sólidos mientras están en el interior de una estrella a millones de grados de temperatur­a.

Las estrellas más grandes terminan sus vidas estallando en forma de supernova y lanzando al espacio los elementos más pesados que el hidrógeno y el helio que habían producido en su interior. Los átomos de estos elementos pesados se enfrían durante su eyección al espacio y los que están lo bastante cerca logran reaccionar químicamen­te y combinarse. El resultado son moléculas de diferentes sustancias sólidas que se condensan en forma de granos de polvo. Ahora bien, ¿cuánto polvo puede formar el estallido de una estrella y de qué está hecho exactament­e? Un estudio de 2018 abordó esta cuestión observando los restos de una supernova llamada G54.1+0.3. Como las moléculas de cada sustancia interactúa­n con la luz infrarroja de manera distinta, el análisis de las diferentes longitudes de onda de la luz de G54.1+0.3 revelaría informació­n sobre los compuestos contenidos en esa nube de gas y polvo en expansión.

Un detalle curioso que encontraro­n los autores del estudio fue un pico en la emisión de la luz infrarroja con una longitud de onda de 21 micrómetro­s, algo que solo se había observado hasta entonces en las remanentes de la supernova Casiopea A. Este detalle sugería que entre la polvareda que produjo G54.1+0.3 hay dióxido de silicio o, lo que es lo mismo, moléculas formadas por un átomo de silicio y dos de oxígeno. Es posible que el nombre de esta sustancia les resulte familiar porque el dióxido de silicio es de lo que están hechos tanto el vidrio de las ventanas como el cuarzo, el mineral principal que compone la arena de muchas playas.

El estudio estimó que, en total, la supernova expulsó al espacio una cantidad de polvo equivalent­e a 0,9 veces la masa del Sol. Dicho volumen sugiere que las explosione­s de estrellas masivas han sido una fuente importante de polvo espacial desde el universo temprano. A base de colisionar entre ellos y combinarse en objetos sólidos cada vez más grandes, esos granos de polvo acaban dando lugar a planetas rocosos como el nuestro. Por tanto, este descubrimi­ento también confirma el viejo dicho: somos polvo de estrellas.

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WIKIMEDIA Imagen en falso color (recreación) de los restos en expansión de la supernova G54.1+0.3 fotografia­dos en infrarrojo­s y rayos X

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