El bosque de Houdini
El calendario nos tiene habituados a estos guiños. Inés Arrimadas cumple un año al frente de Ciudadanos el mismo día que se celebra el Día de la Mujer. Ella es la única mujer que lidera un partido nacional en España, algo extraño teniendo en cuenta lo que se habla, se reivindica, se exige, se presume, se sentencia, se juzga, se prejuzga e incluso se grita sobre el feminismo y el papel de la mujer en la sociedad. Nunca me gustó lo del «papel de la mujer en la sociedad», como si fuera parte de un guion que debe interpretarse, cuando lo que la mujer tiene es un lugar y un sitio en esa sociedad. Arrimadas hacía balance de su año al frente de su formación política, y lo más significativo fue su apuesta por un feminismo inclusivo, frente al negacionismo de unos y el sectarismo de otros. Si el feminismo tiene que ir acompañado de la palabra «inclusivo», mal vamos; si se define como «juntar nuestros cuerpos», vamos incluso peor.
Con el feminismo viene sucediendo lo mismo que con el exceso de frondosidad, que los árboles no dejan ver el bosque. El exceso de palabrería, de gestos, de ilusiones ópticas y de ejercicios de prestidigitación propios del gran Houdini, más que ayudar a normalizarlo y visibilizarlo, lo encubren y lo disfrazan, haciendo que su verdadero significado quede oculto o difuminado hasta el extremo de parecer otra cosa distinta. Y mientras nos buscamos y nos encontramos entre tanto árbol, otros aprovechan para podar el bosque. Lo hemos vivido este fin de semana en la retransmisión de los Goya en el Facebook de TVE, con dos cazurros podadores apostados a la entrada del hotel donde se alojaban las actrices haciendo comentarios machistas y soeces del tipo de «qué puta es», «qué buena está», «qué maliciosa parece». Viva el feminismo. Pues nada, sigamos perdiéndonos en el bosque de Houdini.