«CUANDO CUMPLAS 18 AÑOS, ME LLAMAS»
JoanJoan Laporta ha ganado las elecciones a la presidencia del F.C. Barcelona, lo que supone estar al frente de la institución más sólida de Cataluña, referente simbólico del catalanismo pacífico, pactista y laborioso, entre otras incontables virtudes, pese a vivir un periodo poco ejemplar. Digamos que la definición de ser «más que un club» le permite extender ilimitadamente su idiosincrasia, adaptándose plenamente a los momentos de éxito y de degradación. Laporta, por lo tanto, es el hombre que le corresponde al Barça en la tesitura que vive Cataluña, como Napoleón fue el hombre de la Europa que debía cumplir el ideal revolucionario. La evolución de los presidentes barcelonistas es sociológicamente perfecta. Por elegir desde el llamado tardofranquismo: Narcís de Carreras (presidente de La Caixa), Agustí Montal (empresario textil), José Luis Núñez, (constructor), Joan Gaspar (empresario hotelero), Joan Laporta (empresario comisionista) Sandro Rosell (empresario de marketing, estudios MBA por Esade), Josep María Bertoneu (empresario ligado a negocios familiares, licenciado en MBA por Esade). Es decir, del viejo textil a la nada. Finalmente, vuelve Laporta pero más que curriculum ahora puede acreditar el «laportismo»: sólo es un patriota, el oficio más rentable de cuantos se pueden ejercer hoy en día en Cataluña. Un hombre adelantado a su tiempo que fundó altruistamente un partido en un momento en el que su actividad actividad profesional se lo permitió, Democracia Catalana, independentista desinhibido –es decir, la transversalidad que va de la Abadía de Montserrat a un reservado del «Up&Donw»– y que demostró qué era el populismo a la catalana, cuando solo Berlusconi había desarrollado esa vía de pensamiento político. Así que tiene razón Laporta cuando ayer accedió a fotografiarse con una admiradora y, al despedirse, le dijo: «Cuando tengas 18 años, me llamas». Se quejó de que sacaron el piropo de contexto, aunque el hipercontexto era el 8M. Aún sabido que le duplicaba la edad.