La pregunta del Premio Nobel: ¿podrían tener alma los robots?
UNA NOVELA QUE NO ES CIENCIA FICCIÓN Analizamos cuán cerca está nuestra sociedad de que se haga realidad lo que narra en su libro Kazuo Ishiguro
En «Klara y el Sol» se mueve el esqueleto de un cuento infantil. Nacido como un relato para su hija pequeña, esta lo escuchó y pensó que «traumatizaría a los más pequeños», y el escritor británico de origen japonés dejó que la historia evolucionara hasta convertirse en el libro que ya está en la calle. «Klara y el sol» está protagonizada por una inteligencia artificial, una niña robot que será primero amiga y luego una posible sustituta de Josie (la protagonista humana) cuando esta muera. Recientemente Ishiguro aseguraba que «de fondo está en el aire esa eterna pregunta, que siempre suena muy pomposa, sobre el alma humana: ¿realmente tenemos una o no?». Pero Ishiguro la intenta responder desde el otro lado: ¿podemos darle un alma a los robots?
A día de hoy no hay nadie o casi nadie en el planeta que no haya tratado con robots: cada vez que llamamos a una operadora, un Ministerio o una agencia de viajes nos atiende un «chatbot» que nos lleva a destino…o lo intenta. Son rudimentarios, básicos y entrenados para responder con exclusividad a una configuración específica de preguntas. Pero los hay mucho más sofisticados. Tanto que dan miedo.
Así, menos de un año atrás Microsoft obtuvo una patente para «la creación de un “chatbot” inspirado en una persona específica, uno capaz de establecer un diálogo», dijeron. El objetivo era sencillo: crear una tecnología que permitirá interactuar con una versión digital en 3D de un familiar, aunque haya fallecido. El sistema accede a las imágenes, datos de voz, publicaciones en redes sociales, mensajes electrónicos, etc. de alguien y con ello crea su identidad digital. Y luego aplica un algoritmo que podríamos llamar «de Spotify»: del mismo modo que este servicio nos recomienda canciones o grupos basados en nuestras listas, el «chatbot» de Microsoft crea respuestas y reacciones basadas en sus publicaciones en redes y sus mensajes de voz. Pero otro gigante, Google, también ha ingresado en ese terreno. De esta forma, en 2015 lanzó TensorFlow de forma gratuita. Este programa es un sistema flexible de inteligencia artificial básicamente. La base que usa para sugerir publicidad, rellenar contenido, buscar lo más adecuado a la solicitud y filtrar lo inservible. Eugenia Kuyda, experta en inteligencia artificial, utilizó TensorFlow para crear un avatar de su mejor amigo, muerto en un accidente. En lugar de listas interminables de restaurantes, lo configuró con los miles de mensajes de texto y voz que se había intercambiado
«El objetivo es crear una tecnología que permita interactuar con una versión digital de un familiar fallecido»
con él y configuró su asistente de voz para que hablara como su amigo: su voz pero también su ironía y acento. Cuando terminó su trabajo, Kuy-da le preguntó a la máquina: ¿Quién es tu mejor amigo ? y la respuesta fue: No sé porqué dudas... Exactamente lo que hubiera respondido él. Es obvio que la tecnología que tenemos hoy está muy lejos todavía de la Klara que plantea Ishiguro en su novela. Lo que aún no sabemos es si el alma de los robots no será la inteligencia de los humanos.