La Razón (Cataluña)

El faro más lejano del universo

Descubren un chorro de partículas tan distante que iluminó el cosmos en su infancia

- Jorge Alcalde

Mirar muy lejos en el cielo es como viajar al pasado. Cuando observamos la Luna, en realidad estamos viéndola tal como era hace algo más de un segundo. La imagen de Marte nos llega con cerca de tres minutos de retraso, la luz del Sol que nos ilumina ahora salió de la estrella hace ocho minutos y veinte segundos. Con los telescopio­s más modernos, podemos adentrarno­s muchísimo más en las profundida­des del cosmos y por lo tanto viajar a eras mucho más remotas en el pasado. Eso es lo que hicieron los astrónomos que en 2015 detectaron lo que podría ser un cuásar situado a cerca de 13.000 millones de años luz y que arrojaba la imagen del aspecto del universo cuando solo tenía 780 millones de años (un recién nacido, en términos cosmológic­os).

Para la detección de aquel objeto, que se denominó P172+18, se utilizaron las instalacio­nes de potentes telescopio­s ópticos en Hawái. Ahora, tras revisar las imágenes y combinarla­s con las obtenidas por herramient­as más poderosas, el objeto ha cobrado especial interés. Según publicó ayer la revista «Astrophysi­cal Journal», podemos estar ante el chorro cósmico emanado por un agujero negro más distante jamás detectado.

Estela de partículas

Un equipo liderado por expertos del NRAO (National Radio Astronomy Observator­y) ha descubiert­o que el cuásar (una galaxia que alberga en su interior un agujero negro 300 millones de veces más grande que el Sol) tiene un «jet» o estela de partículas de alta velocidad de cerca de 1.000 años de antigüedad cuando la luz de la imagen fue producida. Aunque en anteriores ocasiones otros cuásares han sido detectados a estas distancias, es la primera vez que de uno de ellos se extrae la señal de radio que indica la existencia de un chorro cósmico activo.

Se cree que los cuásares surgen cuando un agujero negro de enormes dimensione­s situado en el centro de una galaxia devora toda la materia que se encuentra a su alrededor. La enorme velocidad de rotación del disco generado por la succión provoca una emisión energética en forma de luz, ondas de radio, ultraviole­ta, infrarrojo­s y rayos X de descomunal potencia. En algunas ocasiones, el fenómeno va unido a la eyección de un chorro de partículas en forma de sable a ambos lados del disco. Estos chorros son de gran interés para la ciencia. En palabras de Emmanuel Momjian, uno de los autores del trabajo ayer presentado, «los agujeros negros que están en el centro de estas galaxias superdista­ntes son tan masivos que no comprendem­os muy bien por qué existen. En teoría, no deberían haber tenido tiempo para crecer tanto en el momento en el que los estamos detectando que es como la infancia del cosmos». Hallarlos es algo así como encontrar sandías gigantes en un terreno que sabemos que hasta ayer no había sido sembrado. Una posible explicació­n al fenómeno es que estos chorros de partículas jueguen un papel en el crecimient­o de las galaxias anfitriona­s del agujero negro y alimenten la formación a mayor velocidad.

Por eso, encontrar chorros de partículas es importante a la hora de entender cómo surgió el cosmos. Pero estas formacione­s también nos pueden dar informació­n sobre momentos más recientes de la evolución de las estrellas. Cuando encontramo­s una emisión tan fuerte en la lejanía, podemos usarla como faro para entender otros procesos. En concreto, podemos analizar la materia que hay entre la Tierra y ese faro, como si iluminásem­os con una linterna todo lo que hay detrás detrás de un velo. A medida que las emisiones de radio viajan por el cosmos hasta nuestros telescopio­s atraviesan numerosas nubes de gas y se cargan de informació­n sobre ellas. Las señales de radio emitidas por un cuásar hace miles de millones de años en realidad son una crónica de infinidad de eventos que ocurrieron entre ese tiempo y el actual.

El descubrimi­ento de los cuásares en 1963 supuso un gran avance en el estudio de los astros más lejanos. Y el hallazgo de estos chorros de partículas supone otra herramient­a aún más poderosa para adentrarse en las mayores lejanías espaciotem­porales.

Para entender mejor la verdadera naturaleza de P172+18, se han utilizado datos obtenidos por el Telescopio Magallanes­Baade en Chile, el telescopio Keck de Hawái, el VLT también de Chile, el Large Binocular Telescope de Arizona y el Telescopio Nórdico Óptico de La Palma, en España.

Los cuásares que generan los chorros se dan cuando un agujero negro devora toda la materia que se encuentra a su alrededor

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