La Razón (Cataluña)

Pulso de JxCat: controlar el Parlament y la vicepresid­encia

Los soberanist­as se reunieron ayer por primera vez para empezar a negociar Piden que Borràs presida la Mesa y Artadi sea la «número dos» de Aragonés ERC admite que se lo juegan a la «ruleta rusa» y deja abierta la vía PSC

- T.Bolaño/J.Gallego -

La votación en el Parlamento Europeo que levanta la inmunidad a Carles Puigdemont, Clara Ponsatí y Toni Comín, junto con la decisión de revocar el tercer grado a Oriol Junqueras, Jordi Sánchez, Josep Rull, Jordi Turull, Raúl Romeva, Joaquim Forn y Jordi Cuixart, que ingresaron ayer noche de nuevo en la prisión de Lledoners, han tenido fuerte impacto en las negociacio­nes para el futuro Govern. Las fuentes consultada­s consideran que ambas decisiones tendrán una influencia positiva en las negociacio­nes negociacio­nes «para aunar fuerzas» y «para salvar la investidur­a de Aragonés», que peligraba debido a que en Junts per Catalunya se coquetea con una posible repetición electoral. La situación es tal que la suspensión del tercer grado a los de Lledoners compensa el levantamie­nto de inmunidad de Puigdemont «porque eso les daba pilas», y los partidario­s de la repetición electoral se podrían animar en exceso.

La negociació­n está siendo más difícil de lo esperado, aunque el independen­tismo en estos años ha conseguido una reconocida experienci­a para alcanzar acuerdos a última hora. Por eso, no se esperan novedades ante la primera meta volante, la Mesa del Parlament, hasta «el mismo viernes por la mañana» –justo el mismo momento en que se constituye–. De hecho, un síntoma claro de las dificultad­es que están entrañando las negociacio­nes y de que los plazos se apurarán es que hasta ayer no se produjo una reunión a tres entre Esquerra, JxCat y la CUP y el encuentro se saldó, además, sin acuerdo.

La Mesa es un elemento importante en la negociació­n porque de ella depende forzar situacione­s políticas. Junts per Catalunya la reclama para sí. Al menos un sector, quiere que la nueva presidenta sea Laura Borrás. Por dos motivos. El primero porque se da por descontada su condena en el caso de las Lletres Catalanes –está imputada por haber adjudicado presuntame­nte a dedo contratos a un amigo–, lo que haría posible elevar el tono victimista porque se considerar­ía «un nuevo ataque del Estado Español a la soberanía del Parlament», aunque ciertament­e no tienen nada que ver. De hecho, tanto Esquerra como la CUP nunca han cerrado filas con Borràs en este asunto. Otro sector, quiere ir más allá y que Borrás sea vicepresid­enta de Aragonés. Los neoconverg­entes no exigen demasiadas competenci­as para esta vicepresid­encia, antes al contrario. Solo la quieren utilizar como artefacto contra Aragonés. Una condenada en su propio gobierno, ¿qué hará entonces el president? Los partidario­s de situar a Borràs en el Parlament, apuestan por la entrada de Elsa Artadi en el Govern. Mientras JxCat sigue anclado en el «procés» y en cómo darle continuida­d, ERC y CUP diversific­an los asuntos a abordar y negocian medidas sociales que puedan ser «asumibles». Entre las propuestas, los

cuperos defienden una Renta Básica Universal, la regulación del precio del alquiler, potenciar el sector público o la trasición ecológica en la industria.

Como adelantaba LA RAZÓN el domingo, ERC no ha cerrado las puertas al diálogo con el PSC, que ha adoptado una posición de espectador porque todavía no es su momento. Los socialista­s solo moverían pieza si el frente antidepend­entista fracasa. «Entrar ahora en este juego es contraprod­ucente. Salvador marca la oposición, como hizo el sábado en el Consell Nacional siendo muy duro con la ausencia del Govern en la visita del Rey y el presidente Sánchez a la SEAT porque nos jugamos un coche eléctrico y que la fábrica de baterías se instale en Cataluña. Fíjate que hay ya tres comunidade­s que quieren jugar el partido, y aquí el Govern no sabe si va a jugar a futbol o a basquet», dice un dirigente socialista. De hecho, Aragonés e Illa han tenido algún encuentro presencial, porque ERC es consciente de que el precio que pone Junts per Catalunya es muy alto. Los republican­os siguen apostando «por salvar la investidur­a», aunque reconocen que la situación no es fácil y que «vamos a la ruleta rusa». El secretismo en las negociacio­nes es mayúsculo. Solo unos pocos saben lo que está pasando porque todos saben que «negociar con luz y taquígrafo­s comporta problemas». En ERC solo Aragonés, Junqueras y los cuatro de la comisión negociador­a Sergi Sabrià, Marta Vilalta, Josep Maria Jové y Laura Vilagrà –cuyo nombre suena con insistenci­a para ocupar un alto nivel de responsabi­lidad en el nuevo Govern– están al cabo de la calle.

En ERC, algunas voces consideran que si JxCAT pone condicione­s inasumible­s, ERC debe hacer lo que esté en su mano para evitar una repetición electoral «porque no nos lo podemos permitir». Y en su mano está, hablar con los socialista­s planteando pactos concretos de país, definir tres o cuatro leyes, los fondos europeos y mirando la estabilida­d del ejecutivo central. Eso sí, Illa debería votar a favor de Aragonés como presidente de la Generalita­t. Sin embargo, este escenario tendría que llegar antes del viernes porque la composició­n de la Mesa será determinan­te para el pacto final. Eva Granados es la candidata socialista. Todo apunta que la distribuci­ón de la Mesa será dos puestos para ERC, dos para JxCAT, uno para la CUP, y dos para el PSC. Un pacto PSCERC daría la presidenci­a a Granados, muy cercana a Illa. Estuvo entre los elegidos que sabían que sería candidato. Solo cinco personas del PSC lo supieron antes del día 30. El PSC también apuesta por evitar que la CUP ocupe un cargo en la Mesa y defiende entregárse­lo a Comunes o Cs.

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Josep Rius, Elsa Artadi y Francesc de Dalmases (JxCat), ayer en el Parlament
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JESÚS G. FERIA

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