La Razón (Cataluña)

Derechos muy básicos

- Carlos Rodríguez Braun

LasLas diversas variantes de la izquierda tienen mucho peso en el mundo de la cultura. Lo hemos vuelto a comprobar en la gala de los Goya. Alberto San Juan, ganador del premio al mejor actor de reparto, criticó a los socialista­s con estas palabras: «Me gustaría dirigirme brevemente al Partido Socialista Obero Español. Los derechos humanos no pueden ser a la vez bienes de mercado con los que se especule. La vivienda es un derecho humano muy básico».

Este mensaje, con razón, fue interpreta­do como un respaldo al control de los precios de los alquileres, que propone Podemos. Y como un ataque a los incentivos fiscales que prefiere el PSOE. Se trata en verdad de una disputa entre colegas intervenci­onistas, porque ninguno de los socios del Gobierno de coalición propugna respetar la libertad de las mujeres (puede verse el vídeo «La izquierda, la ultraizqui­erda y la vivienda», aquí: https://bit.ly/3vdo72a). Y este el punto fundamenta­l del comentario del señor San Juan, que no consideró la posibilida­d de que su defensa de un derecho «muy básico» podía tener algún problema o requerir quizá algún matiz.

Supongamos que el populismo ultra se sale con la suya y los precios de los alquileres son limitados en nuestro país. Una larga experienci­a sugiere que esa medida reduciría la oferta de viviendas en alquiler, o provocaría una subida preventiva de los precios, violando así el derecho básico que don Alberto quiere quiere defender. Pero si ello no sucede, y se imponen las tesis socialista­s, subirán los impuestos para compensar los incentivos y para financiar las viviendas sociales. Esos impuestos serán pagados por trabajador­as, cuyo derecho de propiedad sobre su sueldo, posiblemen­te, no le parece a nuestro galardonad­o actor un derecho muy básico.

El señor San Juan podría cavilar sobre la antinomia que plantea entre derechos y bienes de mercado. Si la vivienda, o cualquier otra cosa, no está en el mercado, no por ello deja de especulars­e con ella y, lo más importante, no por ello se multiplica mágica y gratuitame­nte. Todo lo que el Estado gasta se lo quita a la gente mediante impuestos. ¿Es que eso no condiciona o limita los derechos humanos muy básicos?

Don Alberto tiene materia para reflexiona­r. Podría empezar por los subsidios al cine, que, en efecto, no están en el mercado, porque el poder obliga a las trabajador­as a pagarlos.

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