LO IMPORTANTE ES VACUNARSE, NO DÓNDE
CualquierCualquier sitio es bueno para vacunarse de la Covid, siempre que cuente con unas mínimas condiciones higiénicas y asegure que podrá suministrarse sentados y atendidos por si hay una urgencia y para que el paciente no tenga que esperar más tiempo de la cuenta de pie. No es el momento de exigencias estupendas, sino de eficacia. Por ejemplo, en el Centro de Salud Arroyo de
Medialegua, en Madrid, hubo que sacar sillas a la calle para que las personas mayores pudiera descansar en la espera –obligada, además, por las normas de distanciamiento–, algo que para algunos fue motivo de crítica. Nada nuevo. Ya sabemos que también se quejaron de que en el Hospital Zendal no había máquina de café. La dignidad y el agradecimiento lo pusieron aquellas personas que para acudir a la cita de su vacunación habían ido a la peluquería y se habían vestido como se hacía antes los domingos. Es un gesto de agradecimiento que sólo una generación que renunció a la hoy llamada «cultura de la queja», conoce bien. Hemos visto en los ambulatorios y hospitales una generosidad ejemplar, posiblemente porque esa generación fue la que levantó las paredes de nuestro sistema sanitario. En Francia, por ejemplo, se han habilitado autobuses que recorren las zonas rurales para suministrar la dosis anticovid, cines y hasta catedrales. En Suecia se ha utilizado el gran salón donde se celebra el banqueta de los premios Nobel. En la imagen, podemos ver como la enfermera Nadia Rivera vacuna de la segunda dosis de Moderna a Raul Colls, de 87 años, en la Iglesia de St. Patrick, en Miami Beach, Florida.