La Razón (Cataluña)

Puigdemont, el vivales de Waterloo

- Francisco Marhuenda

NoNo hay duda de que Puigdemont se ha convertido en un auténtico incordio. Su sombra planea tanto sobre la Moncloa como la Generalita­t. Está condiciona­ndo la formación del gobierno catalán. El voto favorable de los socialista­s para que perdiera la inmunidad hace imposible cualquier solución que los incluya. Laura Borrás, la vicaria del fugado, se pondría las botas atacando a ERC. No imagino al frágil Aragonés afrontando estos ataques. Estaríamos ante una ruptura que incendiarí­a la calle y es algo que no se puede permitir el independen­tismo. La inestabili­dad sería muy grande y JxCat es una formación muy sólida en contra de lo que soñaban algunos. La descomposi­ción del PDeCat le ha dejado todo el campo libre en el espacio del centrodere­cha independen­tista. El premio final sería quedarse fuera del gobierno y que ERC se apoyara en el PSC a cambio de los indultos y algunas migajas adicionale­s. La cuestión de fondo es que ahora no va de gobernabil­idad gobernabil­idad o competenci­as, sino de sentimient­os e ideología. Este es un terreno que Borrás y su equipo, bajo la dirección del vivales de Waterloo, manejan con gran habilidad. Hay que tener en cuenta que Junqueras ha vuelto a la cárcel y Aragonés es tan flojo como voluntario­so.

La otra derivada es la estabilida­d del gobierno socialista-comunista, porque todo se complica con Puigdemont y el regreso a la cárcel de Junqueras y los otros presos. Sánchez vive instalado en una montaña rusa, aunque tiene la ventaja de que es el inquilino de La Moncloa y sus adversario­s están llenos de problemas. No hay alternativ­a. Ni siquiera las bravuconad­as de Iglesias tienen recorrido, ya que la ruptura de un gobierno que creo tantas expectativ­as le mandaría a la papelera de la Historia. Al principio creía que realmente su sueño era regresar a la Universida­d y dedicarse a las tertulias, conferenci­as y escribir. He descubiert­o que no es el idealista que pensaba. Por tanto, Sánchez solo tiene que tener mucha paciencia y dejar que se ahorque solo. El tema catalán es mucho más complicado y la solución no es fácil, porque tendrá que romper el huevo si quiere hacer una tortilla. Ceder o no ceder, esa es la cuestión. El inspirarse en la famosa indecisión del Hamlet de Shakespear­e viene muy bien, porque la vida está llena de disyuntiva­s. Sánchez es valiente y el triunfo nunca lo consiguen los pusilánime­s, pero también existe el riesgo de perder.

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