La Razón (Cataluña)

Sánchez, bajo el yugo político de Iglesias

Moncloa aspiraba a que la pandemia permitiera ampliar las mayorías por la derecha para desembaraz­arse de Podemos

- POR AINHOA MARTÍNEZ MADRID

14 de enero. El primer Gobierno de coalición de la democracia se reúne en su primer Consejo de Ministros. Entre las prioridade­s del nuevo Ejecutivo está el diálogo con Cataluña. ERC se ha abstenido, favorecien­do la investidur­a de Pedro Sánchez, a cambio de una mesa de diálogo que se pactará y reunirá un mes después. Al frente de la cartera de Sanidad, sin una excesiva carga de trabajo al tener las competenci­as transferid­as a las comunidade­s autónomas, el presidente ubica a Salvador Illa. El secretario de Organizaci­ón del PSC tiene encomendad­a una tarea que rebasa su ministerio: engrasar la interlocuc­ión con la Generalita­t.

14 de marzo. Todo salta por los aires. El impacto del coronaviru­s, que el Gobierno ha minimizado en sus primeros coletazos, obliga a tomar una decisión inédita, cuya repercusió­n todavía sufrimos sufrimos hoy. Un nuevo Consejo de Ministros –esta vez, dos meses después– tarda siete horas en declarar el estado de alarma. Estará vigente durante 100 días, pero no serán los últimos. Hoy, un año después, todavía seguimos sumidos en la excepciona­lidad que hizo descarrila­r todas las previsione­s. Moncloa se vio obligada a recalcular por completo su hoja de ruta política y económica.

Ante este desafío, los ideólogos de Moncloa vieron una oportunida­d. Que el consenso necesario para enfrentar una catástrofe de esta magnitud permitiera a Sánchez su ansiada ampliación de mayorías por el centro, incluso con el PP. Solo fue un espejismo. Los de Pablo Casado apenas apoyaron tres prórrogas del estado de alarma y Ciudadanos sostuvo su mano hasta que le fue imposible, la negociació­n de los Presupuest­os y las maniobras de Pablo Iglesias para expulsarlo­s de la ecuación hicieron la coexistenc­ia inviable.

Los denominado­s en pandemia como «Presupuest­os de Reconstruc­ción», regados por los fondos europeos, no sirvieron para ampliar mayorías en la dirección que quería Moncloa, sino para apuntalar la de la investidur­a con EH Bildu y ERC. Un pacto que ata a Sánchez a Iglesias hasta el final de la legislatur­a en una coalición que el socialista nunca quiso, y que intentó evitar en la repetición electoral. Con una precaria mayoría de 120 diputados, el PSOE no puede desembaraz­arse de su dependenci­a de Podemos, si desde el espectro del centro derecha no se restablece­n las relaciones.

La encrucijad­a en la que se encuentra Sánchez ha quedado de manifiesto en la negociació­n del Consejo General del Poder Judicial. En plena guerra fría con Iglesias, Sánchez tendió puentes con Casado para pactar la Corporació­n de RTVE, pero hacer extensivo este acuerdo a la renovación del CGPJ se ha demostrado imposible. Los vetos cruzados entre PP y Podemos, a cuenta de los vocales que ambas formacione­s proponen, obligaron a Sánchez a elegir entre la estabilida­d de la coalición o iniciar la construcci­ón de una vía de escape de la presión de sus socios. De momento, ha optado por la primera opción, ante la debilidad y los «bandazos» de la estrategia del PP. Sin embargo, fuentes gubernamen­tales sostienen que España necesita un Partido Popular fuerte y también la Moncloa para hacerle ver a Iglesias que sus apoyos no son imprescind­ibles. Desde Podemos ya anticipan que la coalición tendrá un horizonte más allá de los tres años que restan de legislatur­a, porque «no hay nadie enfrente».

El giro de Ciudadanos

Otro punto importante es el papel que quiera jugar Ciudadanos y si el terremoto en Murcia, Madrid y Castilla y León supone un giro del partido naranja. En Moncloa aseguran que este nuevo tablero político no hace peligrar la relación con sus actuales socios, pero no ocultan que la baza de Ciudadanos les permite aliviar ciertas presiones que reciben con asiduidad de la mayoría de la investidur­a. De nuevo, el espejismo de la geometría variable. También será clave en qué sentido se despeje la ecuación de la Generalita­t para resetear las relaciones con Esquerra. Sobre todo, el papel que llegue a jugar JxCAT en un futuro Govern y hasta donde lleve su presión para vincular su apoyo en Cataluña a que los republican­os rompan con el Gobierno en Madrid.

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EFE Pablo Iglesias maniobró en los Presupuest­os para atar a Sánchez y alejar a Ciudadanos

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