La Razón (Cataluña)

Un origen aún confuso en China

El régimen sometió a la población a duras medidas para atajar antes que nadie la pandemia

- POR MAR SÁNCHEZ CASCADO

Cuando ha transcurri­do poco más de un año desde que el coronaviru­s iniciara su avance por el mundo, China ha logrado lo que muchos otros países no se han atrevido o no han podido. Con medidas de coacción y persuasión a partes iguales, el Partido Comunista se ha movilizado para llamar a filas a toda la población, en lo que Xi Jinping ha denominado una «guerra del pueblo» llena de desafíos contra la pandemia, y atendiendo a los datos, ha triunfado. Ante la repentina embestida del SARSCoV-2, la República popular se ha unido en torno a un propósito común: contener el virus y reabrir la economía de forma segura para restablece­r el crecimient­o económico.

China perdió el primer asalto porque los responsabl­es dudaron, permitiend­o que el virus escapara de Wuhan y sembrara una pandemia mundial. Pero una vez quedó claro que el país se enfrentaba a una grave crisis, la vasta burocracia se recompuso y se movilizó.

En esta guerra, donde el país ha estado cerrado a cal y canto, la armadura y las armas han sido los profesiona­les de la salud pública y el desarrollo de uno de los sistemas de vigilancia de enfermedad­es más sofisticad­os del mundo. Esto se ha combinado con el seguimient­o activo y estricto de los casos, diagnóstic­o y gestión rápidos, cuarentena de las personas con contactos cercanos, y divulgació­n de directrice­s para ayudar al público a entender y adherirse a las medidas de control.

En los últimos 15 años, China ha experiment­ado numerosas crisis de salud pública causadas por brotes de enfermedad­es. Estas epidemias han causado enormes impactos negativos en la salud y la economía.

Aunque las restriccio­nes en China son en la actualidad menos severas, la población continúa actuando con mucha cautela. Se mueven dentro de las ciudades para ir a trabajar o comprar, pero limitan las actividade­s de ocio o recurren al transporte privado.

Mientras, la recuperaci­ón económica está cobrando velocidad, superando a otras economías aún asoladas por el coronaviru­s. El factor más importante de estos notables resultados ha sido la contención de la crisis sanitaria que comenzó en Wuhan y que ahora parece estar controlada.

En un ejemplo de su política de «contagio cero», las autoridade­s del epicentro de la pandemia reaccionan ante cualquier señal de nuevas infeccione­s con medidas radicales. En Hebei, en enero, el Gobierno sometió a pruebas a millones de personas y aisló a comunidade­s enteras, con el objetivo de eliminar por completo los casos, oficialmen­te son docenas al día, en una población de 1.400 millones.

La capacidad de reacción de la provincia de Hubei se vio cuando hace un año, se reforzaron con 346 equipos médicos y 42.000 miembros del personal médico de otras provincias que se ofrecieron como voluntario­s para viajar allí entre el 24 de enero y el 8 de marzo de 2020. En 10 días se construyer­on en la ciudad dos hospitales especializ­ados equipados con sistemas 5G, instalacio­nes médicas avanzadas, mientras que se establecie­ron 16 hospitales improvisad­os para tratar a las personas con síntomas leves.

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Arriba, en febrero de 2020, sanitarios chinos en la ciudad de Wuhan con un cadáver tras fallecer por covid. En la foto de en medio, la ciudad china en el mes de abril, tras abrirse el aeropuerto. Junto a estas líneas, vecinos de Wuhan en agosto se divierten tras vencer al virus
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AP/REUTERS
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