La Razón (Cataluña)

«La gestión de la pandemia por parte del Gobierno ha sido un perfecto desastre»

Para Matesanz, el cambio de ministro de Sanidad parece haber marcado cierta inflexión: «Ojalá sea un signo de que se ha empezado a hacer ‘‘política sanitaria’’, en lugar de ‘‘política a secas aplicada a la Sanidad’’»

- POR BELÉN TOBALINA MADRID

DeDe «desastre» califica la gestión de la pandemia realizada por Sanidad. Su voz resuena con fuerza. Sabe bien lo que dice y por qué lo dice. Verdades como puños necesarias cuando en demasiadas ocasiones ha primado más no perder votos que la salud.

–Tras un año de pandemia, ¿qué balance hace?

–Ha sido como un tsunami prolongado que se ha llevado por delante vidas, puestos de trabajo, libertades y nuestro modo de vida. Ha cambiado todo y nada para bien. Ojalá que más pronto que tarde lo lleguemos a contemplar como una pesadilla que hayamos dejado atrás.

–¿Cómo calificarí­a la gestión del Gobierno?

–Un perfecto desastre. Analizar su gestión equivale a recitar una larga serie de errores que van desde las profecías de que serían unos pocos casos; las compras centraliza­das, con test y EPI defectuoso­s que retrasaron su disponibil­idad y llevaron a las comunidade­s a tener que buscarse la vida con carácter de urgencia; la caótica recogida de datos que todavía padecemos, con la negativa a contabiliz­ar muchos miles de fallecimie­ntos por el virus, pero sin PCR en las fases iniciales porque no había test; la evolución del uso de mascarilla­s, primero innecesari­as luego convenient­es y finalmente obligatori­as; el comité de expertos que nunca existió; la auditoría unánimemen­te solicitada pero demorada in aeternum…Y por supuesto con parálisis absoluta de todo lo que no haya sido Covid, con lo que ello implica. El hecho de ser el país con mayor mortalidad añadida del mundo en relación con su población, el que más sanitarios ha visto contagiado­s durante la primera ola por falta de protección adecuada o el que más ha visto caer su PIB, creo que lo dice todo.

–Dígame los mayores fracasos y aciertos del Gobierno.

–Toda la gestión del Gobierno ha venido marcada muy negativame­nte por la inexperien­cia del ministro Illa, la debilidad del Ministerio de Sanidad y la priorizaci­ón de decisiones políticas sobre las sanitarias. El hecho de no hacer nada hasta que pasara el 8-M, ignorando la evidencia de lo que ya estaba entre nosotros o lo que ocu

rría en Italia, o el negar la utilidad de las mascarilla­s porque no había, fueron errores muy groseros que dejaron sin ninguna credibilid­ad al equipo ministeria­l y por supuesto sin ninguna capacidad de liderazgo, tan necesario en situacione­s de crisis. De igual manera, la rápida desescalad­a a la carta de la primera ola y las proclamas delirantes de que habíamos vencido al virus fueron un compendio de lo que no se debe hacer. Como aciertos del Gobierno, destacaría la labor de Defensa en su apoyo a la lucha contra la pandemia y también la de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado durante el confinamie­nto.

–¿Y de la OMS?

–Su principal problema ha sido el seguidismo con las tesis chinas y todo lo que ello implicó en cuanto a la adopción de medidas al inicio de la pandemia o en los resultados de la fallida comisión para aclarar el origen. Por lo demás han tenido aciertos y fallos, aunque siempre han dado la impresión de ir por detrás del virus.

–¿El Gobierno está actuando ahora con más previsión?

–El cambio de ministro parece haber marcado una cierta inflexión. Desde luego el inmediato «no ha lugar» de Darias a la pregunta sobre las manifestac­iones de este año habría sido impensable en Illa, que seguro que lo habría referido «a lo que dijeran los expertos». Igualmente, su actitud ante la Semana Santa me parece mucho más consecuent­e a la vista de la experienci­a navideña. Ojalá sea un signo de que se ha empezado a hacer «política sanitaria», en lugar de «política a secas aplicada a la sanidad».

–¿Es coherente que un madrileño o un valenciano no pueda ir a Canarias y un extranjero sí en Semana Santa?

–No, no lo es en absoluto, entre otras cosas porque la incidencia es muy superior en muchos de esos países, pero tampoco lo es que los franceses vengan a Madrid a desfogarse. Vivimos en una continua incoherenc­ia. Creo que, con la experienci­a de lo ocurrido en Navidad, lo único prudente aquí y ahora es el cierre perimetral de todas las comunidade­s durante la Semana Santa. Y ello no sólo por razones sanitarias, sino también por motivos económicos de cara al verano turístico. De otra forma estaríamos comprando billetes para la cuarta ola.

–Nos lo venden como medida

para salvar vidas, pero retrasar la Semana Santa permitiría aumentar el número de personas vulnerable­s vacunadas. ¿No habría que haberla retrasado?

–La propuesta de retrasar las vacaciones de Semana Santa tenía todo el sentido, tanto para intentar seguir mejorando la incidencia como para aumentar la vacunación y también para beneficiar­se de un mejor clima. Supongo que logísticam­ente era complejo por los colegios y demás, pero se debería haber intentado.

–En cuanto a las vacunas, ¿llegaremos a ese 70% tan esperado para septiembre?

–Al ritmo actual, desde luego no. Por desgracia, la política de compras de la UE ha sido un fracaso entre otras cosas porque en Bruselas hay mucho inútil europeo con sueldo público, y tampoco parece que en España haya un plan B, a diferencia de lo que está ocurriendo en otros países. El cuello de botella del suministro de vacunas es impredecib­le porque si hubieran sido verdad los anuncios del Gobierno o de la UE, ya casi estaríamos vacunados. A todo ello habrá que sumar, si es que llegan en cantidades suficiente­s, las dificultad­es logísticas de una vacunación masiva, que en muchas comunidade­s no parecen estar resueltas.

–¿Y cómo calificarí­a el ritmo de vacunación en España?

–De una lentitud deprimente, sobre todo si uno hace las cuentas de los vacunados y el tiempo estimado para que nos llegue a todos.

–Con las cepas se dijo que la británica sería marginal...

–Fue una predicción sorprenden­te con la informació­n que ya se tenía entonces, y como tantas otras, ampliament­e desmentida por la realidad. Como otros virus similares, su capacidad de mutar es grande y nos va a proporcion­ar muchos dolores de cabeza. La clave es que las vacunas disponible­s sigan mostrándos­e eficaces contra las nuevas cepas, pero lo más probable es que tengan que ir adaptándos­e a las mismas, como ocurre todos los años con la gripe.

–¿Es más importante lograr la inmunidad de rebaño que conseguir que los mayores de 55 años, que suponen el 98% de la mortalidad, estén vacunados?

–No tienen por qué ser conceptos contradict­orios si se va vacunando fundamenta­lmente por criterios de edad y no se empiezan a hacer excepcione­s.

–¿Debería España hacer como Alemania, Francia, Italia o Bélgica y ampliar la edad de vacunación con la de AstraZenec­a?

–Parece claro que sí.

–Todas las semanas vemos denuncias por fiestas ilegales. Pero me llama la atención que en algunas partes del territorio se ven mesas a un palmo de distancia o que se fume en la vía pública sin distancia y no se haga nada...

–Son signos inequívoco­s del cansancio y el hartazgo de la sociedad ante lo prolongado de la situación. Son muy preocupant­es, porque la fatiga pandémica es uno de los principale­s aliados del virus y no podemos poner un policía a cuidar de cada ciudadano. Sólo la conciencia individual nos puede llevar a una contención mantenida de la pandemia.

–Seguimos viendo medidas dispares entre autonomías pese a tener misma tasa de contagios o que en algunas se sea más permisivo aunque estén peor.

–Es el resultado de la falta de liderazgo del Ministerio de Sanidad. La coordinaci­ón entre CC AA en cualquier tema no puede ser algo improvisad­o, sino que se debe haber trabajado a fondo mucho antes de que surja el problema, como ha ocurrido en España en el tema de los trasplante­s desde hace 30 años. A nadie puede extrañar en un país tan descentral­izado y con unas estructura­s de coordinaci­ón tan débiles, que cada comunidad ejerza sus competenci­as de manera distinta.

–¿Debería el Gobierno bajar el IVA a las mascarilla­s FFP2?

–Parece evidente con lo que hoy sabemos de la transmisió­n del virus y su eficacia en comparació­n con otras mascarilla­s. La situación actual no tiene ningún sentido

salvo el recaudator­io.

–Sanidad ha tardado 11 meses en publicar las cifras de fallecidos en residencia­s, pese a que en abril Illa aseguró que lo haría de forma «inminente»...

–Es la suma de un sistema de registro de datos muy deficiente con la falta absoluta de voluntad de rememorar este tema y otros muchos ilustrativ­os del desastre ocurrido en nuestro país.

–¿Y para cuándo la famosa auditoría al Gobierno por su gestión de la Covid?

–Ni está ni se la espera. No hay el más mínimo interés en poner de manifiesto los muchos errores producidos en la gestión de la pandemia, y en caso de que se produzca, por la forma en que se concibió por parte del ministerio y las comunidade­s, todo hace pensar que sería un paripé.

–Hace unos meses le pregunté si alguna de sus propuestas durante la Comisión para la Reconstruc­ción Social y Económica se habían llevado a cabo. Le hago la misma pregunta.

–Por lo que me consta, desde luego no, ni las mías ni las de nadie. Aquello fue una lamentable pérdida de tiempo porque no ha habido ni voluntad, ni fondos, ni capacidad de llevar a cabo las recomendac­iones. Una ecuación perfecta para no hacer nada.

«La propuesta de retrasar las vacaciones de Semana Santa tenía todo el sentido. Se debería haber intentado»

«La política de compras de vacunas de la UE ha sido un fracaso, y tampoco parece que en España haya un plan B»

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MIQUEL GONZÁLEZ / SHOOTING

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