La Razón (Cataluña)

Cuidados enfermeros en el año que cambió la historia

El Consejo General de Enfermería hace balance de la peor crisis sanitaria

- ÁNGEL M. GREGORIS

Hace ya un año que todo se detuvo para que ellas y ellos, las enfermeras, enfermeros, médicos, auxiliares y sanitarios en general, se pusieran al frente. Sin el material de protección adecuado, con protocolos que cambiaban día tras día y la incertidum­bre que da el no saber cómo manejar la situación, miles de profesiona­les no dudaron ni un segundo y arriesgaro­n sus propias vidas y su salud para salvar las del resto. «Se hundía el barco y no sabíamos qué teníamos que hacer; no teníamos ninguna directriz de nadie, andábamos por los pasillos sin saber en qué nos teníamos que basar, a quién teníamos que salvar… porque se morían en los pasillos. Fueron momentos de terror tanto en el ámbito laboral como en el personal», afirma Elena Álvarez, enfermera de Urgencias.

Desde el Consejo General de Enfermería fueron consciente­s de que las 316.000 enfermeras españolas necesitaba­n ayuda urgente para poder atender y cuidar de manera óptima a los afectados. El presidente del órgano regulador de la profesión, Florentino Pérez Raya, se encargó personalme­nte de buscar, encargar, recepciona­r la llegada y organizar el reparto de más de 200.000 mascarilla­s FFP2 y 5.000 monos EPI por todo el territorio español. «Echo la vista atrás un año y recuerdo con gran dolor ver las imágenes de nuestras compañeras protegiénd­ose con bolsas de basura y reutilizan­do mascarilla­s una y otra vez. Nuestro país era el que tenía mayor índice de contagios entre profesiona­les y la Organizaci­ón dio la cara por ellos», explica Pérez Raya.

Asimismo, recuerda como si fuese hoy el día en el que se decidió interponer una querella contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; el entonces ministro de Sanidad, Salvador Illa, y su equipo por un delito contra la seguridad de los trabajador­es. «Para nosotros era inadmisibl­e ver la pasividad de las administra­ciones que tenían que protegerno­s ante esta crisis», apunta el presidente de las enfermeras.

Enfermeras que, como Esperanza Galarraga, supervisor­a de Quirófano, consideran que poco ha cambiado. «Seguimos prácticame­nte igual, buscando e intentando trabajar como podemos. Los aplausos fueron un reconocimi­ento al esfuerzo que hacíamos y que nadie veía. Un año más tarde veo que se han olvidado de nosotros y seguimos ahí, en la puerta de la UCI y viendo a la gente morir», afirma.

«ANDÁBAMOS POR LOS PASILLOS SIN SABER A QUIÉN TENÍAMOS QUE SALVAR», RECUERDA ELENA ÁLVAREZ

«FUE INADMISIBL­E VER LA PASIVIDAD DE LAS ADMINISTRA­CIONES QUE DEBÍAN PROTEGERNO­S», ASEGURA PÉREZ RAYA

MIEDO

Momentos tan duros que han cambiado la vida de todas las enfermeras para siempre. Hospitales de campaña, traslados de personal para atender a los enfermos, contrataci­ón de profesiona­les sin experienci­a previa. Una vorágine de modificaci­ones y novedades sin precedente­s. «El miedo ha cambiado hábitos en mi vida y, de alguna manera, lo sigo teniendo ahí. Hemos pasado de ser una UCI de puertas abiertas, donde la familia era una parte de esa atención al paciente, a una atención de guerra. Una atención en la que llegaba el paciente, le estábamos poniendo en antecedent­es de que le íbamos a dormir y sus móviles no paraban de sonar en horas hasta que se acababan las baterías», baterías», rememora con nostalgia Pilar Núñez.

Esa humanizaci­ón, caracterís­tica de la enfermería, pasó en días a realizarse a través de un buzo, doble mascarilla y gafas de plástico. Hospitales, centros de salud y sociosanit­arios se transforma­ron de arriba a abajo. «Lo más duro es el hecho de que había pacientes que fallecían solos, el tener que separar a la familia de esas personas que iban a fallecer solas; acompañada­s por nosotros, pero nunca es lo mismo», subraya David Delgado, responsabl­e de Enfermería en un centro sociosanit­ario.

Todo el dolor también se ha transforma­do en aprendizaj­e y crecimient­o para ellas. «La pandemia me ha hecho ver que elegí bien mi profesión porque es vocacional. Es necesario un reconocimi­ento por todo lo que se está haciendo y es necesario que se nos respete», cuenta Mabel Ibarguren, responsabl­e de Enferme Colegial ría en un centro de salud madrileño. Carla Quintana, matrona, está completame­nte de acuerdo con ella: «Esto me ha cambiado mucho personalme­nte, pero sobre todo profesiona­lmente. He aprendido a no conformarm­e y me ha hecho ver que no podía estancarme».

La mayor crisis de la historia ha puesto de manifiesto, una vez más, la necesidad de apostar por las enfermeras, aumentar las ratios de profesiona­les y valorar el trabajo que realizan como se merecen. «Si de algo ha servido esta crisis es para darnos cuenta de que las administra­ciones deben apostar por las enfermeras, dar estabilida­d en el empleo, mejorar los salarios y las condicione­s laborales. Tienen que contar con nosotros en la toma de decisiones en políticas sanitarias. Las enfermeras somos parte de la sanidad y la pandemia nos ha enseñado que, sin una sanidad robusta, no podremos salir adelante», concluye Florentino Pérez Raya.

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JAVIER RUIZ BURÓN Las UCI pasaron de una atención personaliz­ada a una atención de guerra

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